CAPÍTULO 38: Aprisionada
-Advectum –susurré por cuarta vez, sabía
que era imposible, en aquel lugar subterráneo la magia parecía no funcionar.
Pero
necesitaba salir de aquel sitio, no podía morir; no podía dejar que todos los
brujos y brujas murieran. No podía.
Me planté
frente a la verja.
-Eruptio –dije al tiempo que hacia un
pequeño gesto con las manos para intentar que la puerta explotara, pero no pasó
nada-. Eruptio.
Nada.
-No seas
estúpida y deja de intentarlo. Mírate –dijo Cameron haciendo una señal con la
cabeza. Noté que me sangraba la nariz, algo que solo ocurría si te pasabas
utilizando tus poderes. Me lo enjuagué rápidamente.
Le miré con
puro odio.
-¿Tienes
que vigilarme? –pregunté al ver que se sentaba en el suelo.
-No hay más
remedio, me ha tocado. Debería hacerlo Amber, pero no quiere pasarse toda la
noche en vela.
Él tampoco parecía
tener esa intención, se le veía el cansancio en el rostro. Me senté en el lado
más alejado de la celda y me acurruqué sobre mí misma. Sentí que el estómago me
rugía estridentemente. Levanté la cabeza y vi que Cameron también me miraba.
-Me muero
de hambre –susurré, no quería nada que ellos me dieran, pero no podía aguantar.
-¿Debería
importarme?
Tragué
saliva.
-¿No
necesitáis que esté bien para el sacrificio?
Resopló
ruidosamente. Finalmente cedió y se levantó. Apareció a los pocos minutos con
una bandeja con comida y la pasó por debajo de la reja. Me abalancé sobre ella,
engullí los trozos de pan y me bebí la sopa rápidamente. Una vez hube acabado
la dejé junto a la puerta y volví a mi sitio.
No podía
pegar ojo, y el sonido de los escandalosos ronquidos de Cameron me mantenía
despierta. Me levanté sigilosamente y me asomé por la pequeña ventana que había
en la parte superior. Pero sería inútil intentar salir por ahí, no cabría. Miré
a todas partes, sin saber qué hacer.
-¿Cómo ha
podido hacerte esto? –escuché la voz de Aimara.
-¡Aimara!
–musité con alivio-. Menos mal, ayúdame a salir de aquí, por favor.
-Tienes
suerte, este sitio lo conozco, era mi antigua escuela de magia.
-¿Entonces
sabes cómo salir?
-Había un viejo
túnel secreto, probablemente siga funcionando.
-Genial
–estiré la mano para que me la cogiera, esperando que me guiara por aquellos
pasillos.
Se rió por
lo bajo.
-Intenta
tocarme.
Alargué la
mano y cuando fui a rozar la suya la traspasé, notando un ligero cosquilleo,
como si se tratara de aire. No lo había pensado, pero ella no era más que un
fantasma.
-¿Cómo
vamos a salir de aquí sin que él se entere?
-Creo que
duerme profundamente.
Empezó a caminar
hacia él, traspasando la puerta, y pasó su mano ligeramente por el rostro de
Cameron. Este se rascó la nariz, y cambió de posición, soltando un gran
ronquido. Me reí por lo bajini. Aimara se acercó a la puerta y susurrando un
conjuro esta se abrió.
-¿Cómo
puedes utilizar los poderes aquí? Yo no puedo y él tampoco.
-Está hecho
para que los brujos no puedan utilizar sus poderes, yo soy un fantasma.
Salí de la
celda y caminé sigilosamente detrás de Aimara. Pero entonces sentí unas manos
cogerme con fuerza por los hombros.
-¿Ibas a
algún sitio? ¿Cómo narices has conseguido salir?
Solté un
pequeño grito ahogado. Intenté soltarme de su brazo, golpeándole con todas mis
fuerzas en la pierna. Se agachó un segundo, pero en el momento que fui a correr
me cogió por el brazo y me golpeó con brusquedad en la cara, haciéndome caer al
suelo. Me agarró de ambos hombros y me lanzó contra la pared. Cuando me intenté
deshacer de él me golpeó con la rodilla en el vientre. Solté un gemido de dolor
mientras me retorcía en el suelo. Cuando me fue a levantar una ráfaga de aire
hizo que saliera disparado, chocando contra la pared, y quedándose
inconsciente. Me volví para ver a Aimara.
-Gracias
–dije sin apenas poder respirar-. Pero podrías haber llegado antes.
-Vamos,
puede que el ruido haya despertado a alguien.
La seguí de
cerca por todo el pasillo, hasta llegar a una bifurcación, en la que cogimos el
camino de la izquierda. Tan solo había más mazmorras. Llegamos hasta el final y
Aimara se colocó frente a la pared. Eché un último vistazo al final del pasillo,
asegurándome de que nadie nos seguía. Me situé junto a Aimara y esperé a que me
diera las instrucciones.
-En esta
parte los poderes te funcionarán. Da dos golpes aquí –indicó, señalando a mi
derecha-. Tres ahí –a la izquierda-. Dos abajo, y uno en el centro. Pronuncia
el hechizo para abrir.
-Aperum –musité.
La pared
pareció tambalearse y empezó a separarse en dos, dejando ver un oscuro túnel
delante de nosotras.
-Vamos.
Entramos, y
una vez me giré pronuncié el hechizo para que se cerrara.
-Claudum.
Esta se
cerró de la misma forma, sin hacer ningún ruido. Me giré y miré hacia delante,
en plena oscuridad.
-¿Te sabes
el hechizo de la luz o caminaremos a oscuras? –inquirió.
No sabía cuál
era ese hechizo pero tenía mis trucos.
-Ignis –dije y en mi mano apareció una
esfera de fuego que nos iluminaba el camino.
Minutos
después salimos al oscuro bosque. Miré a mi alrededor, habíamos dejado la pequeña casa varios metros más allá.
-Desde aquí
te podrás teletransportar –me indicó Aimara.
-Gracias.
¿Eres como un ángel de la guarda o algo así?
Se le
dibujó una sonrisa en el rostro, algo que no había visto hasta entonces.
-Simplemente
me siento muy vinculada a ti porque tienes mi poder, eso es todo.
-Gracias
otra vez.
Ella
desapareció y yo me teletransporté. Aparecí en el jardín trasero de la casa de
Neliel. Levanté la cabeza para mirar por la ventana que tenía más cerca y me
quedé de piedra al ver a Eric allí.
Nooo! Ahora Eric es también un brujo???? No puedo esperar! Me encanta!
ResponderEliminarUn besoo