miércoles, 4 de julio de 2012

CAPÍTULO 23


CAPÍTULO 23: felicidades, Amber
Oí cómo llamaban al timbre y me acerqué a abrir la puerta, seguramente era Eric, tenía que venir a recoger algunas cosas para decorar el local.
-Llegas tarde –dije mientras cogía una caja que se encontraba sobre la encimera de la cocina. Se la tendí-. Aquí tienes todo lo que necesitáis.
-Hola a ti también.
-Hola –me acerqué a él y le besé-. Lo siento, pero es que estoy muy estresada.
-No te preocupes, todo saldrá bien –me intentó tranquilizar.
Suspiré.
-Eso espero. Diles a Natasha y a Alison que no se pasen con el decorado y que el cartel quede en el centro –dije atropelladamente-, también dile a…
-Respira –me cortó.
Le ignoré y continué hablando.
-La comida tendrá que estar junto a la barra qué es donde estarán las bebidas.
-Creo que voy a tener que tomar nota –bromeó.
-Estoy intentando organizar las cosas, ¿vale? –dije algo mosqueada mientras revisaba mi agenda.
-Pero si te vas a poner así mejor que lo hagas tú misma.
-No puedo, tengo que ir a la escuela.
-Y por qué no…
-Ya falté ayer por ti –me adelanté a que acabara.
-Por mí…, claro.
Cogió la caja y se dirigió a la puerta.
-Nos vemos esta noche –se despidió en un susurro.
Me quedé observando unos segundos la puerta que acababa de cerrar. Suspiré. No lo estropees más, pensé. Luego subí a mi habitación para coger el grimorio y me fui a la escuela.
Durante la clase de hechizos continuamos practicando el hechizo de protección, con el que Mayara y yo conseguimos superar la resistencia de Ayerai y Neile.
Caminamos hasta el aula de pociones y nos sentamos en segunda fila.
-Hoy aprenderemos una poción complicada: la poción para metamorfosis. Tenéis que tener mucha precisión para hacerla. La poción, una vez preparada, tendrá que estar en reposo veinticuatro horas antes de poder utilizarla.
Como de costumbre los ingredientes necesarios aparecieron sobre la mesa, junto a unos apuntes para realizarlo. Fuimos agregando cuidadosamente los ingredientes necesarios.
-Ya casi está –dijo Ayerai-. Añade una pizca de skafrodita.
Sin apenas escucharle abrí el bote y lo vertí en la olla.
-¡Eh! –Ayerai me apartó la mano rápidamente-. He dicho solo una pizca.
-Lo siento –reaccioné.
-¿Estás bien?
-Sí, es que estaba pensando en otra cosa. Hoy es el cumpleaños de Amber y…
-Llevas un montón de tiempo preparándolo.
-Ya, pero es que ahora mismo tengo muchas cosas en la cabeza.
-Bueno, no te preocupes. Pero la poción tendremos que volver a hacerla.
-¿Qué es lo que ha pasado aquí? –preguntó la profesora O’Brian acercándose para observar la olla.
-Hemos echado más skafrodita de la que era necesaria –informé yo.
-Pues van a tener que hacerlo de nuevo –miró el reloj de su muñeca por encima de las gafas-. Sin embargo, no les queda tiempo para empezar de nuevo, así que apáñenselas como puedan, pero quiero la poción para el lunes, ¿ha quedado claro?
-Está bien.
Empezamos a recoger las cosas.
-Lo siento –me disculpé.
-No pasa nada.
-Tendremos que quedar mañana, ¿a las cinco en mi casa?
-De acuerdo.
La gente fue saliendo de clase.
-Nos vemos mañana.
-Suerte con el cumpleaños.
-Gracias.
Llegué a casa y me metí en la ducha rápidamente, tenía media hora para arreglarme y todavía no tenía pensado lo que me iba a poner. Después de estar varios minutos probándome cosas me decidí por una camiseta color salmón con volantes y unos vaqueros ajustados, por último me enfundé unos tacones de color negro. Me recogí el pelo en una coleta alta a un lado y me maquillé. Bajé las escaleras, cogí mi bolso y las llaves del coche.
-Me voy –anuncié antes de salir.
Mientras conducía hacia Neki’s miré el reloj de reojo, tan solo quedaban quince minutos para las ocho. La calle del bar estaba abarrotada de coches, y acabé aparcando a dos calles del local. Cuando fui a coger mi bolso del asiento de atrás Aimara apareció en él. Noté el corazón latirme con fuerza a causa del susto.
-¿Otra vez aquí? ¿Vienes a avisarme de algo?
-Ten cuidado, están cerca.
-Eso ya me lo dijiste, ¿pero quién está cerca?
-La Inquisición –noté cómo la sangre descendía de mi rostro-. Vienen a por ti.
-¿Y qué… –desapareció, dejándome con la palabra en la boca.
Cuando bajé del coche me percaté de que un par de metros más allá se encontraba el coche negro que otras veces había visto. Ya no era la primera, ni la segunda vez que lo veía, estos últimos días estaba allá donde iba. Claramente ya no era una coincidencia. <<Vienen a por ti>>, recordé lo que me acababa de decir Aimara, no podía ser que estuvieran tan cerca. Me quedé mirándolo unos segundos, luego me dirigí rápidamente hacia el bar, casi corriendo. Al entrar me lo encontré lleno de gente. Todo estaba decorado y en el centro colgaba un enorme cartel en que se leía <<FELICES 18 AMBER>>. La comida y la bebida se encontraban a todo lo largo de la barra. Había quedado genial.
-Samira –me llamó Alison-. ¿Qué te parece?
-Ha quedado muy bien.
-Gracias. Nos ha llevado su tiempo.
-Eh, ¿Eric ha llegado?
-Sí, claro, ya está todo el mundo. Eric está allí –dijo señalando hacia la barra.
Me acerqué hasta él, que hablaba con Liam y Byron. Le toqué el hombro con el dedo y él se giró.
-Hola.
-Hola –saludé algo vacilante. Me quedé unos segundos en silencio-. Siento lo de antes, estaba estresada porque todo saliera bien y…
-No pasa nada.
Sonreí.
-¿Siempre eres tan bueno?
Él me devolvió la sonrisa, me rodeó la cintura y me besó.
-¡Ya está aquí! –anunció Natasha.
Fueron rebajando la luz hasta quedarnos prácticamente a oscuras. La puerta del bar se abrió y Amber y Chase entraron por ella.
-¡Sorpresa! –gritamos todos al unísono.
Amber abrió los ojos a causa de la sorpresa y sonrió de oreja a oreja. Volvió la mirada hacia Chase, sorprendida todavía.
-Feliz cumpleaños –dijo él mientras le daba un beso.
-Gracias.
-Samira fue la cabeza pensante.
Se soltó de él y se acercó a mí.
-Muchas gracias, Sam –dijo al tiempo que me abrazaba con fuerza.
-De nada. Felicidades.
-No me lo esperaba.
-Bueno, disfruta de tu fiesta.
La música empezó a sonar por los altavoces. Me volvió a abrazar y se giró para saludar al resto de la gente.
-¿Te apetece comer algo? –preguntó Eric.
-Claro.
Nos acercamos a la barra y estuvimos hablando mientras comíamos. Rodeé la sala con la vista, la fiesta estaba genial.
-¿Qué tal hoy en la escuela?
-Bien, se ha pasado rápido, ya que los viernes solo son dos horas.
-¿Y qué habéis hecho?
Sabía que quería hablar sobre la escuela, dado que siempre acababa desviando el tema.
-Pues, estamos trabajando ahora con la prensa escrita y…
-¡Sam! –Amber se acercó hasta nosotros y me agarró de la mano-. Vamos a bailar.
Miré a Eric un segundo.
-¿He interrumpido algo? –inquirió mi amiga.
-No –contestó él-. Es toda tuya.
Nos metimos entre la gente para unirnos a Natasha y Alison. Estuvimos bailando un buen rato y continuamos haciéndolo después de sacar la tarta de cumpleaños.
Mientras bailábamos noté cómo si una ráfaga de aire me golpeara, y me pareció ver una especie de sombra pasar velozmente ante mí. Sin embargo, nadie pareció percatarse de ello.
-¿Sam? –me llamó Amber.
Moví la cabeza levemente para salir mi ensimismamiento. Le sonreí para indicarle que no pasaba nada.
-Parecías en trance.
-Estoy bien. Creo que voy a tomar algo.
Me acerqué a la barra para coger un refresco mientras empezaba a sonar una balada por los altavoces. Pegué un trago, entonces Eric cogió la lata y la dejó sobre la barra. Me cogió del brazo y me arrastró hacia la pista. Sonreí ampliamente. Le rodeé el cuello con los brazos y él pasó las manos alrededor de mi cintura. Entretanto volví a notar la ráfaga de aire. Me separé de él, algo alerta.
-¿Qué pasa?
Me quedé callada unos segundos.
-¿Has... –no continué la pregunta, estaba claro que él no había visto aquella sombra ni notado la ráfaga de aire. Me mordí el labio y le miré-. Nada.
Me volví a acercar a él y apoyé la cabeza sobre su hombro.
Solo te lo habrás imaginado, pensé. Pero probablemente estaba equivocada, al igual que había pensado que Aimara era una imaginación, que las pesadillas no significaban nada, o que el coche que había visto tantas veces era una coincidencia.

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