jueves, 19 de julio de 2012

CAPÍTULO 35


CAPÍTULO 35: Culpable
Caminamos cautelosamente hasta el interior de la escuela. Por el pasillo, los objetos que lo decoraban, estaban destrozados por el suelo.
Todo esto me daba muy mala espina, así que me acerqué más a Ayerai. Mientras andábamos oímos algo tras nosotros y ambos nos giramos, alerta. Vi pasar una oscura sombra, pero fue tan veloz que no podía afirmarlo.
-Samira. Ayerai –escuchamos la voz de Mayara.
Nos giramos de nuevo y la vimos junto a Dania.
-¿Qué es lo que ha pasado? –pregunté-. ¿Dónde está todo el mundo?
-¿Dónde está Neile? –inquirió Ayerai alterado.
-La Inquisición nos ha atacado. Hemos conseguido responder y de repente desaparecieron –miré de reojo el pasillo. O me había imaginado aquella sombra o no todos habían desaparecido-. La gente está en la entrada, hay que irse a casa de Neliel –tragó saliva-. Pero no encontramos a Neile.
-¿Qué?
-Nos han enviado a algunos a mirar si queda alguien dentro –explicó Dania-. Pero… –un grito la interrumpió.
Todo nos volvimos en la dirección en la que había sonado al reconocer la voz.
-Neile –susurró su hermana.
Ayerai fue el primero en salir corriendo y el resto le seguimos a los pocos pasos, hasta llegar al piso de arriba.
-Ha sonado por aquí, ¿verdad? –oímos otro grito como respuesta, sonaba más arriba.
Subimos hasta el tercer piso. Al fondo del pasillo observamos un cuerpo, estaba yaciendo en el suelo, ensangrentado.
-No…, por favor –murmuró Mayara.
Ayerai se acercó corriendo al cuerpo y se arrodilló junto a él. Nosotras nos acercamos cautelosamente.
-¿Es ella? –inquirió Mayara con miedo.
Él asintió levemente. Puso la mano en su muñeca durante unos segundos. Soltó un suspiro de alivio.
-Tiene pulso –informó-. Aunque su respiración es muy pesada.
Mayara sollozó mientras se dejaba caer de rodillas junto a su hermana.
-Tenemos que sacarla de aquí cuanto antes.
Rodeé la estancia con la mirada y vi a lo lejos una silueta encapuchada. Retrocedí un paso instintivamente. No podía verificarlo, pero podría ser el mismo hombre que me había atacado tres días atrás.
-Samira, ¿qué pasa? –preguntó Dania.
Ella misma se respondió al levantar la cabeza y ver aquel hombre. Este empezó a andar tranquilamente hacia mí. Noté el corazón golpeándome con fuerza las costillas.
-No me digas que tuve el placer de conocer a la última de las Cinco Brujas.
Solté un grito ahogado al reconocer la voz de aquel chico. Y no era quien me había atacado anteriormente.
-Noté que eras bruja, pero en aquel sitio no pude hacer nada. ¿Te apetece otra ronda de cubatas, Samira? –bajo la capucha distinguí una sonrisa maliciosa. Y en ese momento se abalanzó sobre mí. Caí al suelo de golpe y me quejé de dolor.
-Aeris –dijo Mayara. Y una ráfaga de aire lanzó el cuerpo de Cameron hacia el otro lado del pasillo.
Me levanté rápidamente y me encaré a él.
-Exuperia –musité y aquella luz verde fue de lleno hacia él. Pero impactó contra un campo protector que había creado.
Lanzó un hechizo contra mí, pero conseguí protegerme antes de que me diera.
-Sacar a Neile de aquí –ordené.
Les miré de reojo para ver cómo Mayara y Dania la cogían.
-Quédate con ella, Ayerai.
-Puedo hacerlo sola, no quiero que os pongáis en peligro.
-¿Estás loca? –replicó él-. No te vas a enfrentar tú sola a él.
Ayerai se colocó a mi lado en el momento que ellas desaparecieron. Entonces Cameron se levantó, murmuró algo que no pude entender y en ese momento una fuerza invisible me envistió y salí disparada.
-Tellus –dijo Ayerai y del suelo emergieron unas enormes ramas que rodearon a Cameron, estrechándolo entre sus brazos.
Ayerai se acercó a mí y me ayudó a levantarme.
-¿Estás bien?
-Sí.
-Confractus –oímos que decía Cameron y una capa densa de un humo negro apareció a su alrededor, destruyendo el hechizo de Ayerai. En cuanto las ramas lo soltaron este salió corriendo por el pasillo.
 Ayerai y yo nos miramos un segundo y salimos detrás de él. Giramos el pasillo, sin encontrar a nadie.
-¿Se habrá ido? –pregunté mientras repasaba el corredor con la mirada.
-No –contestó Ayerai-. ¡Cuidado!
Estiró de mi brazo para acercarme a él y creó un campo de protección a nuestro alrededor, en el que impactó el hechizo que Cameron, al final del pasillo, nos había lanzado.
-¡Exuperia! –exclamé, esta vez con más fuerza, y el encantamiento le dio de lleno, haciendo que chocara bruscamente contra la pared.
Se levantó torpemente y desapareció. Ambos nos quedamos unos segundos en silencio, sin movernos, jadeantes.
-Creo que ya no hay peligro, en cuanto ha visto que tenía las de perder se a largado.
-Deberíamos irnos.
-¿Puedo preguntarte de qué conocías a ese tío?
Suspiré.
-Lo conocí en una discoteca. Algo que prefiero olvidar.
En ese momento salimos a la entrada de la escuela, y todo se volvió negro.
Cuando volví a ver observé que estábamos frente a una enorme casa, toda pintada de marrón. En un principio parecía una casa normal, pero cuando levantabas la vista veías que tantos pisos no era algo que tuviera una casa común. Se veían luces en la mayoría de los cinco pisos que tenía.
-¿Esto es la casa de Neliel? –pregunté impresionada. Parecía más bien una residencia.
-Sí, grande, ¿verdad?
-Más bien enorme. ¿Por qué tiene una casa tan grande? –era imposible que tuviera suficientes hijos como para llenarla.
-Es como una residencia, aquí viven muchos de los estudiantes. Mucho mejor que la que hay en la escuela.
-¿Muchos de ellos?
-Sí, la mayoría por ser huérfanos, u otros problemas.
-Vaya, ¿y los cuida a todos?
-Como si fueran sus hijos. Ya sabes cómo es Neliel.
Llegamos hasta la puerta y Ayerai tocó. Mi hermana abrió y se lanzó hacia mí. Soltó un suspiro de alivio mientras me abrazaba.
-¿Estás bien? –preguntó mientras pasaba la mano entorno a algunas heridas que tenía en el rostro.
-Sí.
-¿Y tú? –se volvió hacia Ayerai.
-Estoy bien. ¿Cómo está Neile?
-Ahora durmiendo. La poción curativa la ha salvado.
-¿Puedo ir a verla? –preguntó mientras entrábamos.
-Sí, está en la enfermería.
Anduvimos por el pasillo hasta llegar al final; nos metimos a la derecha. La estancia era como una pequeña enfermería antigua. Encontramos a Neile en la tercera cama, junto a la pared. Ayerai se acercó a ella, y mi hermana me hizo una señal para que la siguiera hasta la gran estantería que había a un lado. Rebuscó entre los numerosos frascos y cogió uno: Poción Curativa. Lo destapó, vertió el líquido en el tapón y me lo tendió.
-Esto será suficiente para las heridas y el dolor de cabeza.
Me lo bebí de un trago. Tenía un cierto sabor a fresa, supuse que por la skafrodita, pero estaba muy agrio; lo que lo hacía asqueroso. Sentí cómo las heridas se me curaban y el dolor de cabeza desaparecía. Phoebe me dio un pequeño vaso con más poción curativa.
-Dásela a Ayerai.
Asentí al tiempo que lo cogía, y me dirigí hacia él.
-Toma –dije al tiempo que se lo tendía.
Lo agarró, se lo bebió y volvió la mirada hacia Neile, que dormía tranquilamente.
Minutos después se despertó. Ayerai saltó de la cama y se puso a su lado.
-Neile –susurró-. Hola.
-Hola –contestó con una débil sonrisa.
Él le cogió el rostro con ambas manos y la besó.
-¿Cómo te encuentras?
-Mejor, algo agotada. ¿Y tú cómo estás?
-Bien.
-¿Y Mayara?
-Está bien, todos estamos a salvo.
-Chicos –intervino mi hermana-. Reunión en la sala de estar.
-De acuerdo.
Me levanté. Neile hizo lo mismo y Ayerai le cogió con fuerza para guiarla por el pasillo. Llegamos hasta una gran sala, repleta de sofás, todos mirando hacia una mesa que había junto a la entrada. Me acomodé al lado de Mayara y Dania; y Neile y Ayerai se sentaron en el sofá contiguo. Todos prestamos atención a lo que Neliel quería decirnos.
-Antes de nada –habló la directora-. Me gustaría saber quién se teletransportó dentro del edificio. Con esto no quiero decir que esa persona sea la culpable de lo que ha ocurrido, para nada. Pero sabéis cuales son las normas, y os lo he explicado. Si os teletransportáis dentro de la escuela deja un vínculo que puede ser utilizado por otras personas para entrar. Sin embargo, si lo hacéis en el jardín el campo protector le impedirá la entrada –todos nos quedamos callados. La gente se miraba unos a otros en busca del culpable. Yo por el contrario tenía puesta la mirada en el fondo de la sala, pensativa. Me había teletransportado a casa de Eric, desde mi habitación-. ¿Entonces no ha sido nadie? Solo quiero saberlo, nada más, no pienso castigar a nadie ni… –se calló al ver que levantaba la mano.
-Fui yo –dije en un susurró, sin levantar la cabeza.
-¿Fuiste tú, Samira? –preguntó con incredulidad.
Asentí levemente.
-Te sabes las normas.
-Lo siento –me disculpé.
-No pasa nada porque esto nos dará una pista –la miramos sin entender-. Al teletransportarte a cualquier sitio solo pueden entrar desde el lugar al que fuiste.
Mi rostro se puso rígido en seguida.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Pues… –vaciló al ver mi expresión-. Es muy probable que al sitio al que fuiste hubiera alguien de la Inquisición –calló, sin saber si continuar-. ¿A dónde fuiste, Samira?
-A casa de Eric –dije en voz baja, tanto que estaba segura de que ni Mayara me había oído. Neliel esperó pacientemente a que lo volviera a repetir-. A casa de Eric –esta vez lo hice más alto.
-Me temo que…
-No –la interrumpí-. Él no es de la Inquisición.
-¿Quién más sabía que estabas en la escuela? –preguntó con voz amable-. ¿Alguna amiga?
Negué con la cabeza, y noté las lágrimas llegar a mis ojos, pero no quería llorar.
-Solo lo sabía él. Amber está de viaje.
-Entonces, piensa en la posibilidad de que…
-¡No! –le volví a cortar-. No tiene sentido, ¿no te das cuenta? Si… si él fuera de la Inquisición, ¿no crees que me habría atacado antes?
-Tienes razón –pareció ceder-. Pero…
-Él no es uno de ellos. A lo mejor se enteraron de que estaba en la escuela, tal vez…, de algún modo, descubrieron el vínculo…, no lo sé. Pero estoy segura de que él no es.
Me levanté del sofá y salí por la puerta, en dirección al jardín. Me senté lo más lejos de la casa posible. Me abracé las piernas con los brazos y hundí la cabeza entre mis rodillas, notando las lágrimas resbalar por mis mejillas. ¿Cómo podían pensar que Eric era de la Inquisición? Podría haberme atacado en cualquier momento y no lo ha hecho, claramente él no era uno de ellos. A lo mejor alguien más se había teletransportado dentro de la escuela y no había dicho nada.
-Hola –oí la voz de Neile detrás de mí cuando el cielo ya estaba oscureciendo, pero no me giré.
-¿Podemos sentarnos? –preguntó Mayara.
Asentí levemente. Sentí cómo cada una se sentaba a un lado de mí.
-¿Cómo estás?
-Mal –dije seriamente. Nos quedamos unos segundos en silencio-. ¿Qué piensa la gente con respecto a lo que dice Neliel?
Ninguna de las dos contestó. Miré a una y a otra, esperando una respuesta, pero me imaginaba qué significaba aquel silencio.
-Todos creen que la culpa es mía y que Eric es de la Inquisición, ¿verdad?
-Sí, pero nosotras no. Él no…, bueno, no es así.
-Ellos no le conocen, ¡no deberían juzgarle!
Neile pasó el brazo alrededor de mis hombros y me abrazó cariñosamente.
-¿Y qué hay de Ayerai? –dije al ver que no estaba-. ¿Él también lo piensa?
-No tan rotundamente como el resto –susurró Neile.
-¿Qué? ¿Cómo puede pensar eso?
-Tienes que admitir que las cosas encajan –oí que decía él en voz baja.
Me giré bruscamente, deshaciéndome del brazo de Neile.
-¿Qué las cosas encajan? –bufé.
-Fuiste hasta su casa y dejaste un vínculo directo. ¿Crees que entrarían en su casa para poder acceder por el vínculo? Son más discretos que eso, Samira, lo sabes, buscarían otra forma de atacarte. Tal vez…, él solo estaba… fingiendo. A mí tampoco me gusta la idea pero tienes que pensar…
-Vete –le corté fríamente.
-Samira –colocó una mano sobre mi hombro y me aparté de mala gana.
-Vete, Ayerai –repetí-. Lárgate, no quiero hablar contigo.
Noté cómo se levantaba y oí sus pasos alejarse. Nos quedamos de nuevo en silencio y Neile me volvió a abrazar. Apoyé la cabeza en su hombro y lloré de nuevo.
-No hagas caso a lo que dice –musitó Mayara.
-Solo está enfadado por lo que me hicieron –se unió Neile-. Está furioso, nada más.
Minutos después oímos acercarse a alguien. Yo continuaba apoyada en Neile.
-Hola, chicas –escuchamos la voz de Neliel-. ¿Puedo hablar con Samira a solas?
-No quiero hablar contigo, no quiero oír lo que me vas a decir.
-Será solo un segundo, por favor.
Las dos hermanas se levantaron y se alejaron hacia la casa; Neliel se sentó a mi lado.
-Escucha, sé que lo que te he dicho es algo duro, que ni siquiera te piensas plantear la posibilidad. Pero te voy a contar algo que no sabe nadie –torció ligeramente las comisuras de sus labios-. Hace unos años, probablemente sería más joven que tú.
<<Conocí a un chico del que me enamoré perdidamente, pero en aquella época era solo una cría. Salí con él varios meses, pensaba que era perfecto. Hasta que un día, mientras estaba sola en mi casa esperando a que él viniera a llevarme a cenar, llamaron a la puerta. Me encontré con que él apareció con dos hombres más. No entendía qué ocurría… hasta que me atacaron>>
Hizo una larga pausa, tanto que pensaba que no iba a continuar.
<<Por suerte mis padres llegaron a tiempo de que no me mataran. Me encontraron sangrando en el suelo. Él mismo me había lanzado un hechizo fatal, del que apenas me pude proteger>>
Cuando acabó de relatar las lágrimas volvieron a mis ojos, sin derramarse. Nos quedamos en silencio; yo no sabía qué decir, y ella parecía todavía sumida en sus recuerdos.
-Esto te lo cuento para que sepas que sé lo que sientes. ¿Sabes? Puede que me equivoque, espero equivocarme, pero piensa aunque sea por un momento en la posibilidad. Sé que no es nada fácil, incluso después de lo que pasó yo seguía sin creer que Axel pudiera haberme hecho algo así.
-¿Cuántos años tenías entonces?
-Dieciséis.
-¿Y qué es lo que hiciste después de eso?
-Al cabo de unos meses lo superé, pero no volví a saber nada más de ellos desde entonces.
-¿Y por qué crees que no te atacó antes? ¿Por qué después de que estuvierais saliendo durante unos meses?
-No lo sé, tal vez esperaran a algo.
Suspiré.
-¿Soy la única que sabe esto?
-Sí –dijo al tiempo que asentía-. Solo quería que lo supieras.
Se levantó del césped y antes de irse me tendió una llave con un pequeño número en el llavero.
-Está en tu habitación.
Me incorporé poco después de que ella se fuera y subí hasta el tercer piso, donde empezaban las habitaciones. Busqué por los números de las puertas hasta encontrar la mía. Abrí la puerta y me encontré con una habitación prácticamente igual a la que había tenido en la escuela. Observé que mis cosas estaban frente a la cama, incluido mi baúl. Me senté y lo abrí. Cogí distraídamente las primeras cosas que vi. Entre ellas parecía haber un pequeño diario, de una bruja llamada Naike. Lo abrí y ojeé por encima las páginas, hasta que la palabra <<Inquisición>> llamó mi atención y empecé a leer.
“Pensaba que estaba enamorado de mí, pero tan solo me estaba utilizando, esperando el momento en el que pudieran atacar. No me lo puedo creer, en ningún momento sospeché que Ash pudiera ser de la Inquisición. Se supone que él no creía en estas cosas, sin embargo iba a traicionarme sin remordimientos. Cada vez que recuerdo su mirada no había ni una chispa de pena en ella. Por suerte conseguimos salir de allí antes de que nos mataran…”
 Me pasé toda la noche en vela, leyendo información sobre la Inquisición en las hojas que había en mi baúl y en algunos libros que Neliel había dejado sobre mi cama. Sin duda ellos eran más fuertes que nosotros, y todo ello se debía a que mataban a las brujas para hacerse con su poder. Además, sus conjuros eran distintos a los nuestros, más peligrosos y mortales. Por algo se les conocía como la Magia Negra. Todos sus hechizos y pociones se guardaban en un libro parecido al grimorio, el Libro de las Sombras. Según una foto que había visto en uno de los tomos, el libro era de tapa gruesa, antigua, con un símbolo en el centro: un triángulo equilátero con otro inscrito en el centro. 

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