miércoles, 11 de julio de 2012

CAPÍTULO 29


CAPÍTULO 29: La verdad
Me miró, con pura confusión en el rostro.
-¿Es una broma?
Negué rápidamente y me mordí el labio.
-Lo de la escuela de periodismo no existe, te lo dije porque tenía que ir a la escuela de magia.
-¿Escuela de magia? –bufó.
-Sé que no es algo fácil de asimilar, pero es cierto –hice una pausa-. Te lo enseñaré.
Miré a mi alrededor y vi una taza detrás de Eric, sobre la encimera. Pensé en el objeto y abrí la mano para que aterrizara en ella. Volví la mirada hacia Eric que me observaba atónito.
-¿Cómo has hecho eso?
-Magia, es solo un simple hechizo –dije encogiéndome de hombros-. A mí misma también me costó hacerme a la idea.
Se quedó callado unos segundos.
-Esto es una auténtica locura, Samira. ¿Cómo vas a ser una bruja? –en ese momento temí por lo que había estado ocultándoselo tanto tiempo.
-Es una locura, sí. Pero es cierto.
-Pensaba que…
-¿Todo esto no existía?
Asintió levemente y desvió la mirada. Nos quedamos unos minutos en silencio, que se me hicieron eternos.
-Bueno, yo… solo quería que lo supieras –me levanté de la mesa al ver que no decía nada-. Voy a recoger mis cosas.
Vi la bolsa que me había dejado en el coche de Alison junto a la cama. Me dirigí al baño y me vestí con mi ropa. Salí de nuevo hacia el comedor, con la mochila colgada del hombro. Él se acercó hasta ponerse frente a mí.
-¿Por qué no me lo dijiste antes?
Cerré los ojos un segundo.
-Porque dijiste que…, que las brujas era unos bichos raros, que no te gustaría estar cerca de una.
Tenía un semblante serio, pero cambió, y se le notaba tristeza en los ojos.
-Yo nunca hubiera dicho algo así si hubiera sabido que… eras una bruja. Lo siento.
Levanté la vista hacia él al oírle decir eso. Fui a decir algo, pero no me salió ninguna palabra.
-Todavía estoy flipando, pero –me cogió por la barbilla para que levantara la cabeza-. Estoy enamorado de ti, y no me importa que seas una bruja, porque te quiero.
Noté como una lágrima resbalaba por mi mejilla.
-Yo también te quiero, Eric. Y siento haberte mentido.
Me acercó más a él y me besó, como hacía tiempo que no lo hacía. Y lo había echado tanto de menos. Entonces sonó mi móvil. Miré quién era y al ver el número de Amber colgué. Volví a abrazar a Eric y el teléfono sonó de nuevo. Me aparté ligeramente y resoplé.
-¿Qué quieres, Amber? –le recriminé al descolgarlo.
-Tu madre ha llamado, quiere saber si irás a comer.
Miré a Eric de reojo.
-Ahora la llamaré, creo que me quedaré aquí.
-Vale. Espera, ¿lo habéis arreglado? ¿Se lo has contado todo? –preguntó entusiasmada.
-Sí, se lo he contado todo –contesté con una sonrisa.
-Ves, te dije que saldría bien.
-Siempre tienes razón, Amber
-Ya lo sé. Ya te pasarás luego y me contarás, ¿no?
-Puede que lo haga.
-Adiós.
-¿Entonces te quedas? –preguntó cuando hube colgado.
-Si no te importa.
-Claro que no.
Estuve contándole todo sobre la brujería, y todo lo que había conocido en este tiempo.
-Entonces, ¿los que nos atacaron fueron ellos? ¿La Inquisición?
Eric había tenido casi la misma reacción que Amber cuando le había hablado de ellos. No se habían planteado el simple hecho de que si las brujas existíamos ellos también.
-Sí, fueron ellos.
Apretó la mandíbula.
-¿Intentan matarte?
-Si yo muero el resto de brujos lo harán conmigo. Pero no pasará –intenté tranquilizarle al ver la cara que ponía.
Me acurruqué más en el sofá, apoyando la cabeza contra el respaldo, mirándole. Él me acarició el pelo.
-Sinceramente, esto me da algo de miedo.
-No te preocupes, Neliel está buscando alguna forma para acabar con ellos.
-¿La directora de tu escuela?
-Sí.
-¿Y te pueden atacar en cualquier momento? ¿Cómo con lo del coche?
-No, en un principio son más discretos que eso. Mi abuela me dijo que me vigilan para saber cuándo voy sola y atacar sin problemas.
-Por suerte lo del coche les salió mal.
-Sí, y creo que es un poco peligroso que salgas conmigo. Os pongo en peligro a todos.
-A mí me da igual.
Le dediqué una sonrisa torcida.
-Bueno, será mejor que me vaya a casa –me levanté del sofá-. Aunque pasaré por casa de Amber.
Hizo una mueca.
-¿Te tienes que ir ya?
-Debería –me acerqué y le di un beso-. ¿Nos vemos mañana?
-¿Qué tal esta noche? –propuso mientras estiraba de mi brazo. Apoyé la mano contra el respaldo para no caer sobre él.
Sonreí.
-Anoche salí de fiesta, no he ido a comer, ¿y pretendes que tampoco me quede a cenar? No creo que mis padres me vayan a dejar.
-Está bien. Entonces nos vemos mañana. Tengo que trabajar, pero en cuanto acabe paso por tu casa.
-De acuerdo. Adiós.
Antes de salir por la puerta me volví hacia él un segundo, y me dedicó una radiante sonrisa.
-Adiós.
Cerré detrás de mí y subí calle arriba hacia casa de Amber. Una vez hube llegado toqué a la puerta y mi amiga abrió rápidamente.
-Hola –le saludé con una sonrisa.
-Hola. Pasa, y cuéntamelo todo.
Me reí y me senté en el sofá. Ella se acomodó a mi lado. Le conté todo sobre la reacción que había tenido Eric cuando le había contado que era una bruja.
-Tanto tiempo estropeándolo para que después se lo tome bien. Ya te lo dije.
-Lo sé, Amber. Me lo repetiste varias veces, tú, mi hermana…
-Me satisface tener razón –dijo con una sonrisa orgullosa.
-Bueno, ya te lo he contado todo. ¿Ahora me puedes llevar a casa?
-Está bien.
Ambas nos levantamos del sofá y nos dirigimos hacia el coche.
Aparcó frente a mi casa.
-Gracias –me despedí mientras salía del coche-. Adiós.
Entré en casa.
-Hola –saludé mientras me dirigía hacia el comedor.
Mis padres estaban sentados en el sofá. Él veía distraídamente la televisión mientras que ella leía el periódico.
-Hola, cariño. ¿Qué tal anoche?
-Muy bien –mentí-. Fuimos a un bar y luego nos pasamos toda la noche charlando en casa de Amber.
-Suena bien.
Sonreí.
-Sí, estuvo muy bien. Voy a darme una ducha.
Subí a mi habitación y cerré la puerta. Saqué la ropa sucia de la noche anterior y la dejé sobre la cama. En ese momento Phoebe apareció detrás de mí.
-Hola.
Me giré de golpe, sobresaltada.
-¿No podías entrar por la puerta? ¿Por qué tienes que entrar en mi habitación mediante la teletransportación?
-¿Y por qué no?
-Para evitarle un infarto a tu hermana.
Bufó y se sentó en la cama. Observó un momento la ropa que había sobre esta y antes de que la pudiera apartar ella la cogió. La olió un segundo y luego me la lanzó.
-Huele a alcohol –me acusó.
La ignoré y puse la ropa junto a la ventana para que se le fuera el olor.
-No me digas que te emborrachaste –antes de que pudiera replicar nada continuó-. ¿Cómo se te ocurre emborracharte? ¿Por qué lo hiciste? –fui a abrir la boca pero no me dejó contestar-. ¿No sería por lo que te dijo Eric? ¿Cómo eres tan tonta de hacer eso? Habla con él y punto, emborracharte no te va a servir de nada.
-¿Por qué me haces preguntas si después no me vas a dejar contestarlas? Además, ya he hablado con él, lo he hecho esta mañana.
-¿Y qué te ha dicho? –su rostro serio cambió y se le dibujó una sonrisa.
-Se lo ha tomado bien, la verdad.
-Te lo dije.
-Ya lo sé que me lo dijiste, todo el mundo me lo dijo. Y sí, fui tan tonta de no haceros caso hasta que la cosa se estropeó casi por completo.
-Suele pasarte, eres muy cabezota.
-Gracias, Phoebe.
-¿Para qué están las hermanas?
Le devolví la sonrisa. Luego me metí en la ducha y dejé que el agua me empapara para despejarme por completo.

2 comentarios:

  1. Aiiish!! Por fin se lo ha dicho a Eric! No podía esperar más!!!!
    Me encanta la historia! Tiene chispa y el tema de la brujeria es suuper interesante!
    Un beso!

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    1. Muchisimaas graciaaas!!
      No sabes cómo sube escuchar cosas así =D

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