CAPÍTULO 29: La
verdad
Me miró, con pura
confusión en el rostro.
-¿Es una broma?
Negué rápidamente y me
mordí el labio.
-Lo de la escuela de
periodismo no existe, te lo dije porque tenía que ir a la escuela de magia.
-¿Escuela de magia? –bufó.
-Sé que no es algo
fácil de asimilar, pero es cierto –hice una pausa-. Te lo enseñaré.
Miré a mi alrededor y
vi una taza detrás de Eric, sobre la encimera. Pensé en el objeto y abrí la
mano para que aterrizara en ella. Volví la mirada hacia Eric que me observaba
atónito.
-¿Cómo has hecho eso?
-Magia, es solo un
simple hechizo –dije encogiéndome de hombros-. A mí misma también me costó
hacerme a la idea.
Se quedó callado unos
segundos.
-Esto es una auténtica
locura, Samira. ¿Cómo vas a ser una bruja? –en ese momento temí por lo que
había estado ocultándoselo tanto tiempo.
-Es una locura, sí.
Pero es cierto.
-Pensaba que…
-¿Todo esto no existía?
Asintió levemente y
desvió la mirada. Nos quedamos unos minutos en silencio, que se me hicieron
eternos.
-Bueno, yo… solo quería
que lo supieras –me levanté de la mesa al ver que no decía nada-. Voy a recoger
mis cosas.
Vi la bolsa que me
había dejado en el coche de Alison junto a la cama. Me dirigí al baño y me
vestí con mi ropa. Salí de nuevo hacia el comedor, con la mochila colgada del
hombro. Él se acercó hasta ponerse frente a mí.
-¿Por qué no me lo
dijiste antes?
Cerré los ojos un
segundo.
-Porque dijiste que…,
que las brujas era unos bichos raros, que no te gustaría estar cerca de una.
Tenía un semblante
serio, pero cambió, y se le notaba tristeza en los ojos.
-Yo nunca hubiera dicho
algo así si hubiera sabido que… eras una bruja. Lo siento.
Levanté la vista hacia
él al oírle decir eso. Fui a decir algo, pero no me salió ninguna palabra.
-Todavía estoy
flipando, pero –me cogió por la barbilla para que levantara la cabeza-. Estoy
enamorado de ti, y no me importa que seas una bruja, porque te quiero.
Noté como una lágrima resbalaba
por mi mejilla.
-Yo también te quiero,
Eric. Y siento haberte mentido.
Me acercó más a él y me
besó, como hacía tiempo que no lo hacía. Y lo había echado tanto de menos.
Entonces sonó mi móvil. Miré quién era y al ver el número de Amber colgué.
Volví a abrazar a Eric y el teléfono sonó de nuevo. Me aparté ligeramente y
resoplé.
-¿Qué quieres, Amber?
–le recriminé al descolgarlo.
-Tu madre ha llamado,
quiere saber si irás a comer.
Miré a Eric de reojo.
-Ahora la llamaré, creo
que me quedaré aquí.
-Vale. Espera, ¿lo
habéis arreglado? ¿Se lo has contado todo? –preguntó entusiasmada.
-Sí, se lo he contado
todo –contesté con una sonrisa.
-Ves, te dije que
saldría bien.
-Siempre tienes razón,
Amber
-Ya lo sé. Ya te pasarás
luego y me contarás, ¿no?
-Puede que lo haga.
-Adiós.
-¿Entonces te quedas?
–preguntó cuando hube colgado.
-Si no te importa.
-Claro que no.
Estuve contándole todo sobre
la brujería, y todo lo que había conocido en este tiempo.
-Entonces, ¿los que nos
atacaron fueron ellos? ¿La Inquisición?
Eric había tenido casi
la misma reacción que Amber cuando le había hablado de ellos. No se habían
planteado el simple hecho de que si las brujas existíamos ellos también.
-Sí, fueron ellos.
Apretó la mandíbula.
-¿Intentan matarte?
-Si yo muero el resto
de brujos lo harán conmigo. Pero no pasará –intenté tranquilizarle al ver la
cara que ponía.
Me acurruqué más en el
sofá, apoyando la cabeza contra el respaldo, mirándole. Él me acarició el pelo.
-Sinceramente, esto me
da algo de miedo.
-No te preocupes,
Neliel está buscando alguna forma para acabar con ellos.
-¿La directora de tu
escuela?
-Sí.
-¿Y te pueden atacar en
cualquier momento? ¿Cómo con lo del coche?
-No, en un principio
son más discretos que eso. Mi abuela me dijo que me vigilan para saber cuándo
voy sola y atacar sin problemas.
-Por suerte lo del
coche les salió mal.
-Sí, y creo que es un
poco peligroso que salgas conmigo. Os pongo en peligro a todos.
-A mí me da igual.
Le dediqué una sonrisa
torcida.
-Bueno, será mejor que
me vaya a casa –me levanté del sofá-. Aunque pasaré por casa de Amber.
Hizo una mueca.
-¿Te tienes que ir ya?
-Debería –me acerqué y le di un beso-.
¿Nos vemos mañana?
-¿Qué tal esta noche? –propuso mientras
estiraba de mi brazo. Apoyé la mano contra el respaldo para no caer sobre él.
Sonreí.
-Anoche salí de fiesta, no he ido a
comer, ¿y pretendes que tampoco me quede a cenar? No creo que mis padres me
vayan a dejar.
-Está bien. Entonces nos vemos mañana.
Tengo que trabajar, pero en cuanto acabe paso por tu casa.
-De acuerdo. Adiós.
Antes de salir por la puerta me volví
hacia él un segundo, y me dedicó una radiante sonrisa.
-Adiós.
Cerré detrás de mí y subí calle arriba
hacia casa de Amber. Una vez hube llegado toqué a la puerta y mi amiga abrió
rápidamente.
-Hola –le saludé con una sonrisa.
-Hola. Pasa, y cuéntamelo todo.
Me reí y me senté en el sofá. Ella se
acomodó a mi lado. Le conté todo sobre la reacción que había tenido Eric cuando
le había contado que era una bruja.
-Tanto tiempo
estropeándolo para que después se lo tome bien. Ya te lo dije.
-Lo sé, Amber. Me lo
repetiste varias veces, tú, mi hermana…
-Me satisface tener
razón –dijo con una sonrisa orgullosa.
-Bueno, ya te lo he
contado todo. ¿Ahora me puedes llevar a casa?
-Está bien.
Ambas nos levantamos
del sofá y nos dirigimos hacia el coche.
Aparcó frente a mi
casa.
-Gracias –me despedí
mientras salía del coche-. Adiós.
Entré en casa.
-Hola –saludé mientras
me dirigía hacia el comedor.
Mis padres estaban
sentados en el sofá. Él veía distraídamente la televisión mientras que ella
leía el periódico.
-Hola, cariño. ¿Qué tal
anoche?
-Muy bien –mentí-.
Fuimos a un bar y luego nos pasamos toda la noche charlando en casa de Amber.
-Suena bien.
Sonreí.
-Sí, estuvo muy bien. Voy
a darme una ducha.
Subí a mi habitación y
cerré la puerta. Saqué la ropa sucia de la noche anterior y la dejé sobre la
cama. En ese momento Phoebe apareció detrás de mí.
-Hola.
Me giré de golpe,
sobresaltada.
-¿No podías entrar por
la puerta? ¿Por qué tienes que entrar en mi habitación mediante la
teletransportación?
-¿Y por qué no?
-Para evitarle un
infarto a tu hermana.
Bufó y se sentó en la
cama. Observó un momento la ropa que había sobre esta y antes de que la pudiera
apartar ella la cogió. La olió un segundo y luego me la lanzó.
-Huele a alcohol –me
acusó.
La ignoré y puse la
ropa junto a la ventana para que se le fuera el olor.
-No me digas que te
emborrachaste –antes de que pudiera replicar nada continuó-. ¿Cómo se te ocurre
emborracharte? ¿Por qué lo hiciste? –fui a abrir la boca pero no me dejó
contestar-. ¿No sería por lo que te dijo Eric? ¿Cómo eres tan tonta de hacer
eso? Habla con él y punto, emborracharte no te va a servir de nada.
-¿Por qué me haces
preguntas si después no me vas a dejar contestarlas? Además, ya he hablado con
él, lo he hecho esta mañana.
-¿Y qué te ha dicho?
–su rostro serio cambió y se le dibujó una sonrisa.
-Se lo ha tomado bien,
la verdad.
-Te lo dije.
-Ya lo sé que me lo
dijiste, todo el mundo me lo dijo. Y sí, fui tan tonta de no haceros caso hasta
que la cosa se estropeó casi por completo.
-Suele pasarte, eres
muy cabezota.
-Gracias, Phoebe.
-¿Para qué están las
hermanas?
Le devolví la sonrisa.
Luego me metí en la ducha y dejé que el agua me empapara para despejarme por
completo.
Aiiish!! Por fin se lo ha dicho a Eric! No podía esperar más!!!!
ResponderEliminarMe encanta la historia! Tiene chispa y el tema de la brujeria es suuper interesante!
Un beso!
Muchisimaas graciaaas!!
EliminarNo sabes cómo sube escuchar cosas así =D