CAPÍTULO 28: Resaca
Abrí los ojos lentamente, notaba los párpados pesados contra mis ojos y me
dolía la cabeza. No me acordaba de lo que había pasado la noche anterior. Tan
solo recordaba estar en la discoteca, e ir a la barra... Madre mía, Samira, ¿cómo se te ocurrió emborracharte? Miré a mi
alrededor y me encontré tumbada sobre la cama de Eric. Me incorporé lentamente
y me percaté de que no iba vestida con la ropa de anoche, sino que llevaba
puesta ropa de Eric. Y no recordaba nada de habérmela puesto. Me levanté y me
dirigí vacilante hacia la cocina. Eric estaba de espaldas a mí, fregando
algunas cosas.
-Hola –susurré tímidamente. Me sentía avergonzada por no recordar lo que
pasó. ¿Por qué me había despertado en su cama? Se suponía que íbamos a dormir a
casa de Amber. ¿Y por qué llevaba puesta su ropa?
Se volvió hacia mí, secándose las manos con un trapo.
-Hola, ¿cómo te encuentras?
-Mm..., bien, pero no me acuerdo de nada de lo que pasó.
-Amber me llamó para que fuera a por vosotras. Estabas bastante borracha.
Recordé al chico de la barra con el que había bebido: Cameron. Bajé la
mirada hacia el suelo.
-¿Sabes si..., pasó algo más? –pregunté rompiendo el silencio. Era bastante
extraño, e incómodo, tener que preguntarle a tu novio si había pasado algo con
otro chico.
Levantó una ceja.
-¿Algo más?
-Con... Cameron.
-No que yo sepa.
Seguí con la mirada clavada en el suelo.
-Lo siento -suspiré.
Él se acercó a la cafetera para servirme un taza y la dejó sobre la mesa.
Me quedé mirando el vaso unos segundos y finalmente me senté. Me miré de arriba
abajo.
-¿Por qué llevo tu ropa?
-Amber te cambió, olías mucho a alcohol.
-¿Y dónde está Amber?
-Se ha ido a su casa, Alison ha pasado por aquí y le ha dejado tu mochila,
la tienes en la habitación. Ha dicho que cuando te despertaras fueras a su
casa.
-Mi mochila, me la dejé en su coche.
-Sí. Y Amber dejó allí las llaves con lo que no pudisteis entrar en su
casa, por eso dormisteis aquí.
Nos volvimos a quedar
en un silencio incómodo, sin saber qué decir. Le miré un momento y él clavó sus
ojos en los míos. Habíamos llegado a esta situación por mi culpa, por mis
estúpidas mentiras, y sabía que si no se lo contaba ya, acabaríamos rompiendo.
-Eric –murmuré-. Quiero
contarte algo –él se sentó frente a mí, mirándome atentamente-. Es de por qué
me he comportado así...
Levanté la cabeza y le
miré fijamente. Me arremangué, y alargué el brazo para dejar ver mi marca.
-¿Es por tu tatuaje?
–dijo extrañado antes de que pudiera continuar.
-No es
un simple tatuaje, es una marca –suspiré-. Soy una bruja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario