viernes, 27 de julio de 2012

CAPÍTULO 38


CAPÍTULO 38: Aprisionada
-Advectum –susurré por cuarta vez, sabía que era imposible, en aquel lugar subterráneo la magia parecía no funcionar.
Pero necesitaba salir de aquel sitio, no podía morir; no podía dejar que todos los brujos y brujas murieran. No podía.
Me planté frente a la verja.
-Eruptio –dije al tiempo que hacia un pequeño gesto con las manos para intentar que la puerta explotara, pero no pasó nada-. Eruptio.
Nada.
-No seas estúpida y deja de intentarlo. Mírate –dijo Cameron haciendo una señal con la cabeza. Noté que me sangraba la nariz, algo que solo ocurría si te pasabas utilizando tus poderes. Me lo enjuagué rápidamente.
Le miré con puro odio.
-¿Tienes que vigilarme? –pregunté al ver que se sentaba en el suelo.
-No hay más remedio, me ha tocado. Debería hacerlo Amber, pero no quiere pasarse toda la noche en vela.
Él tampoco parecía tener esa intención, se le veía el cansancio en el rostro. Me senté en el lado más alejado de la celda y me acurruqué sobre mí misma. Sentí que el estómago me rugía estridentemente. Levanté la cabeza y vi que Cameron también me miraba.
-Me muero de hambre –susurré, no quería nada que ellos me dieran, pero no podía aguantar.
-¿Debería importarme?
Tragué saliva.
-¿No necesitáis que esté bien para el sacrificio?
Resopló ruidosamente. Finalmente cedió y se levantó. Apareció a los pocos minutos con una bandeja con comida y la pasó por debajo de la reja. Me abalancé sobre ella, engullí los trozos de pan y me bebí la sopa rápidamente. Una vez hube acabado la dejé junto a la puerta y volví a mi sitio.
No podía pegar ojo, y el sonido de los escandalosos ronquidos de Cameron me mantenía despierta. Me levanté sigilosamente y me asomé por la pequeña ventana que había en la parte superior. Pero sería inútil intentar salir por ahí, no cabría. Miré a todas partes, sin saber qué hacer.
-¿Cómo ha podido hacerte esto? –escuché la voz de Aimara.
-¡Aimara! –musité con alivio-. Menos mal, ayúdame a salir de aquí, por favor.
-Tienes suerte, este sitio lo conozco, era mi antigua escuela de magia.
-¿Entonces sabes cómo salir?
-Había un viejo túnel secreto, probablemente siga funcionando.
-Genial –estiré la mano para que me la cogiera, esperando que me guiara por aquellos pasillos.
Se rió por lo bajo.
-Intenta tocarme.
Alargué la mano y cuando fui a rozar la suya la traspasé, notando un ligero cosquilleo, como si se tratara de aire. No lo había pensado, pero ella no era más que un fantasma.
-¿Cómo vamos a salir de aquí sin que él se entere?
-Creo que duerme profundamente.
Empezó a caminar hacia él, traspasando la puerta, y pasó su mano ligeramente por el rostro de Cameron. Este se rascó la nariz, y cambió de posición, soltando un gran ronquido. Me reí por lo bajini. Aimara se acercó a la puerta y susurrando un conjuro esta se abrió.
-¿Cómo puedes utilizar los poderes aquí? Yo no puedo y él tampoco.
-Está hecho para que los brujos no puedan utilizar sus poderes, yo soy un fantasma.
Salí de la celda y caminé sigilosamente detrás de Aimara. Pero entonces sentí unas manos cogerme con fuerza por los hombros.
-¿Ibas a algún sitio? ¿Cómo narices has conseguido salir?
Solté un pequeño grito ahogado. Intenté soltarme de su brazo, golpeándole con todas mis fuerzas en la pierna. Se agachó un segundo, pero en el momento que fui a correr me cogió por el brazo y me golpeó con brusquedad en la cara, haciéndome caer al suelo. Me agarró de ambos hombros y me lanzó contra la pared. Cuando me intenté deshacer de él me golpeó con la rodilla en el vientre. Solté un gemido de dolor mientras me retorcía en el suelo. Cuando me fue a levantar una ráfaga de aire hizo que saliera disparado, chocando contra la pared, y quedándose inconsciente. Me volví para ver a Aimara.
-Gracias –dije sin apenas poder respirar-. Pero podrías haber llegado antes.
-Vamos, puede que el ruido haya despertado a alguien.
La seguí de cerca por todo el pasillo, hasta llegar a una bifurcación, en la que cogimos el camino de la izquierda. Tan solo había más mazmorras. Llegamos hasta el final y Aimara se colocó frente a la pared. Eché un último vistazo al final del pasillo, asegurándome de que nadie nos seguía. Me situé junto a Aimara y esperé a que me diera las instrucciones.
-En esta parte los poderes te funcionarán. Da dos golpes aquí –indicó, señalando a mi derecha-. Tres ahí –a la izquierda-. Dos abajo, y uno en el centro. Pronuncia el hechizo para abrir.
-Aperum –musité.
La pared pareció tambalearse y empezó a separarse en dos, dejando ver un oscuro túnel delante de nosotras.
-Vamos.
Entramos, y una vez me giré pronuncié el hechizo para que se cerrara.
-Claudum.
Esta se cerró de la misma forma, sin hacer ningún ruido. Me giré y miré hacia delante, en plena oscuridad.
-¿Te sabes el hechizo de la luz o caminaremos a oscuras? –inquirió.
No sabía cuál era ese hechizo pero tenía mis trucos.
-Ignis –dije y en mi mano apareció una esfera de fuego que nos iluminaba el camino.
Minutos después salimos al oscuro bosque. Miré a mi alrededor, habíamos dejado la pequeña casa varios metros más allá.
-Desde aquí te podrás teletransportar –me indicó Aimara.
-Gracias. ¿Eres como un ángel de la guarda o algo así?
Se le dibujó una sonrisa en el rostro, algo que no había visto hasta entonces.
-Simplemente me siento muy vinculada a ti porque tienes mi poder, eso es todo.
-Gracias otra vez.
Ella desapareció y yo me teletransporté. Aparecí en el jardín trasero de la casa de Neliel. Levanté la cabeza para mirar por la ventana que tenía más cerca y me quedé de piedra al ver a Eric allí.

1 comentario:

  1. Nooo! Ahora Eric es también un brujo???? No puedo esperar! Me encanta!
    Un besoo

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