CAPÍTULO 20: Agotada
-¿Quedamos esta tarde antes del partido?
–preguntó Amber de camino al aparcamiento.
-¿Qué partido?
-El que vamos a ver en casa de Liam.
-Claro –se me había olvidado.
-¿A qué hora empieza?
-A las nueve.
-Estaré allí para ver el partido, pero no creo
que pueda quedar antes.
-¿Por qué?
-Tengo que ir a la escuela de magia –susurré.
-¿Hay una escuela?
-Sí.
-Qué guay, ¿no? ¿Y cómo es? ¿Qué es lo que
hacéis ahí? ¿Tenéis asignaturas? –preguntó atropelladamente.
-Tiene una apariencia antigua, es bastante
imponente –fui contestando a sus preguntas-. En cuanto a las asignaturas, sí
que tenemos, pero solo tres: Pociones, Hechizos e Historia de la Magia.
-Madre mía, suena a película. Debe ser genial.
-No está mal –me encogí de hombros con una
sonrisa, me gustaba todo esto de la magia-. Lo peor es la teletransportación.
Bufó.
-¿Te teletransportas?
-Yo todavía no sé hacerlo, pero para ir a la
escuela tienes que ir mediante la teletransportación, y mi abuela me llevó.
-¿Y qué sientes?
-Pues, primero notas un mareo, pero luego todo
se vuelve negro y te empieza a faltar el aire.
-No suena muy agradable.
-No lo es, en absoluto.
Fue a decir algo, pero una voz que le llamaba
la interrumpió. Nos giramos para ver a un compañero suyo de la clase de
informática, que también jugaba en el equipo de baloncesto. No me acordaba de
su nombre, pero Amber se pasaba el día hablando de él. Esta se alejó hacia el
chico.
-Hola –oí la voz de Eric justo en mi oreja y
me giré de golpe. Él sonrió al verme hacer una mueca-. Esta tarde podríamos
tomar algo antes del partido.
Suspiré ligeramente.
-No puedo, tengo que ir a la escuela de
periodismo.
-¿Un viernes? –levantó una ceja.
-Sí, pero estaré para ver el partido.
-Está bien. ¿Y quieres que pase a recogerte y
vamos a casa de Liam?
-Mm…, tendré que pasar por mi casa y cambiarme.
-De acuerdo.
Levantó la cabeza y clavó la mirada por encima
de mi hombro. Sonrió levemente.
-Mira –movió la cabeza tenuemente para
indicarme la dirección.
A pocos metros de nosotros Amber y el chico
cuyo nombre no recordaba estaban uno junto a otro, apenas les separaban unos
centímetros. Él le apartó un mechón de pelo de la cara y esta sonrió
coquetamente.
-Ya entiendo por qué Chase se apuntó tan
rápido a venir esta noche a ver el partido.
-¿Él también viene?
-Sí, Liam le invitó. Cuando le dijo que Amber
venía aceptó en seguida.
Me volví de nuevo hacia ellos.
-Amber no me había dicho nada de que le
gustaba.
-Parece que estén prácticamente saliendo
–opinó.
-Me debe una buena explicación de por qué no
me lo ha contado.
Eric se rió.
-Eres su mejor amiga, seguro que te lo cuenta
todo, y sabiendo cómo es Amber te lo contará con pelos y señales.
Me cogió de la mano y estiró de mí hacia el
coche.
-Espera, Amber todavía…
-Esperaremos en el coche –me cortó-. Déjales
un poco de intimidad.
-Les dejo intimidad –me defendí mientras
caminábamos hacia el Opel.
-Les estás mirando descaradamente.
-Tampoco parecen darse cuenta de que les miro.
Me senté en el asiento del copiloto, y aguardé
con impaciencia hasta que entró en el coche. Le mandé una mirada furtiva.
-¿Qué? –inquirió.
-¿Cómo es que me acabo de enterar de que estás
coladita por Chase?
-Bueno, coladita no sé si…
-He visto cómo le mirabas –le interrumpí, y me
deslicé hasta el asiento trasero para acomodarme junto a ella-. ¿Cómo puede ser
que no me lo contaras antes?
-Siempre estoy hablando de él, pensaba que
alguna idea tendrías. Además, tú tampoco me dijiste que Eric te gustaba, te lo
tuve que sacar yo.
Miré a este, que se reía por lo bajo, y le
dediqué una sonrisa.
-Está bien, pero desde cuándo te gusta.
-Hará unas semanas.
-Y al parecer la cosa va muy bien.
Se encogió de hombros a modo de respuesta.
-Vamos, si parece que estéis saliendo.
En ese momento llegamos a mi casa.
-No te libras esta noche de contármelo todo.
-Lo haré, no te preocupes. A las ocho en casa
de Liam, acuérdate.
Me despedí de ambos y entré en casa.
-Hola –saludé.
No recibí respuesta. Me dirigí a la cocina a
por algo de comer y subí al piso de arriba en busca de alguien. Encontré a
Phoebe estudiando en su habitación.
-Hola, ¿dónde está la abuela?
-Ha tenido que irse antes a la escuela.
-¿Y cómo se supone que voy a ir?
-Yo te llevaré.
Me tumbé en la cama, mirando el techo.
-Phoebe –susurré.
-Dime.
-¿Cuándo le contaste a Simon que eras una
bruja? Porque lo sabe, ¿no?
-Sí, se lo conté cuando llevábamos unos dos
meses.
-¿Cuando empezaste a salir con él ya tenías
los poderes?
Negó con la cabeza.
-Conseguí mis poderes a los diecisiete –ahora
llevaba saliendo con Simon casi tres años-. A él se lo estuve ocultando durante
unos días, después se lo conté. Confiaba mucho en él y sabía que no se lo
contaría a nadie. Y no se lo tomó mal, para nada.
-Yo confío mucho en Eric, pero no creo que se
lo tomara bien.
-Al principio yo también tenía ese miedo, pero
no puedes estar en una relación con mentiras, no es algo fácil de llevar. –Se
rió por lo bajo-. Aunque con Simon fue distinto.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que él también es brujo. Consiguió sus poderes
poco después que yo.
Abrí los ojos a causa de la sorpresa.
-¿Qué también es brujo?
-Sí –dijo al tiempo que asentía. Cerró los
libros y se puso de pie-. Vámonos o llegaras tarde.
Resoplé mientras me levantaba de la cama, y
cogí su mano con fuerza.
Durante la clase de Hechizos continuamos
ensayando lo que habíamos aprendido en la clase anterior, al igual que en Pociones
donde Ayerai y yo conseguimos hacer la poción curativa, aunque la profesar
O’Brian no nos quitó el ojo de encima. Sin embargo, los viernes no teníamos
clase de Historia, así que acabamos una hora antes. Me quedé hablando con
Ayerai, Mayara y Neile durante un buen rato en el enorme jardín trasero.
-Será mejor que me vaya, he quedado dentro de
una hora –me levanté del césped-. Nos vemos el lunes.
-Adiós.
Me dirigí hacia el edificio en busca de mi
abuela, y la encontré al girar el segundo pasillo.
-¿Nos vamos? –pregunté-. He quedado a las ocho
y tengo que cambiarme.
-De acuerdo.
En cuanto llegué a mi casa me metí en la ducha
y me cambié tranquilamente. Una vez estuve lista cogí el bolso y bajé las
escaleras.
-Me voy –anuncié mientras salía por la puerta.
Anduve hasta casa de Liam, que se encontraba a
tan solo un par de manzanas de la mía. Cuando llegué Byron, Eric y Amber ya
estaban allí.
-Hola –saludé.
Me acomodé en el sofá junto a Eric.
-¿Qué tal en la escuela de periodismo?
-Bien –respondí, y miré a Amber de reojo, que
me devolvió la mirada-. Oye, Amber –desvié el tema-, ¿tú no tenías cosas que
contarme?
Puso los ojos en blanco y me tendió la mano
para levantarme. Nos dirigimos a la parte delantera.
-Soy toda oídos –dije mientras me apoyaba
contra la pared y cruzaba los brazos frente a mi pecho.
-¿Qué quieres saber? –se encogió de hombros-.
Sí, me gusta, porque es simpático, siempre se está riendo y es muy agradable
estar con él. Además, creo que a él yo también le gusto.
-Ya te digo yo que sí, os deberías haber visto
esta mañana.
Se le escapó una sonrisa coqueta y sabía que
significaba algo. La miré fijamente, esperando que continuara.
-La cosa es que hemos quedado esta tarde.
-¿Y? –la incité a seguir.
-Ha estado a punto de besarme.
-Pues entonces está claro que le gustas. ¿Y
qué ha pasado? ¿Por qué no te ha besado?
-Porque cuando estaba a punto de hacerlo han
aparecido Natasha y Alison y han estropeado por completo el momento.
-Bueno,
ahora tienes tu oportunidad –dije señalando disimuladamente con la cabeza el
coche que acaba de aparcar frente a la puerta.
-Os dejo solos.
Entré en la casa en el momento que oí cerrarse
la puerta del coche. Me volví a sentar al lado de Eric.
-¿Y Amber?
-Está fuera, Chase acaba de llegar.
-Eric.
Este se volvió hacia Liam, que le pasó una
lata de cerveza.
-¿Quieres? –me propuso.
-No –contesté al tiempo que negaba-. No me
gusta nada la cerveza.
-Samira, ¿quieres tomas algo? –preguntó Liam
desde la cocina, que se unía al comedor.
-Una Coca-cola.
Dejó el bote sobre la mesa mientras se sentaba
en el sofá que teníamos junto a nosotros. Encendió la televisión y buscó el
canal en el que iban a retransmitir el partido. A los pocos minutos Amber y
Chase entraron por la puerta. Este saludó a sus amigos con un choque de manos y
ambos se sentaron frente a nosotros. Amber me guiñó un ojo con discreción y
sonrió ampliamente. En la televisión, el partido ya estaba a punto de empezar.
-Estamos todos a favor de los Bulls, ¿no?
–dijo Byron.
-No todos –le contradijo Amber.
-Que ganen los Bulls no beneficia a los Lakers
–me uní-. Yo voy contra ellos.
-Oh,
vamos –replicó Eric-. ¿Cómo vas a ir contra los Bulls?
-Sí, espero que pierdan.
Le di un pequeño pellizco
en el vientre y me hizo cosquillas discretamente. Luego pasó su brazo por mis
hombros y me acercó más a él. Comenzó el partido y durante las dos primeras
partes los Hawks dominaron, lo que hacía que los chicos se cabrearan, dado que
se lo tomaban en serio; sin embargo nosotras nos lo tomábamos más a broma.
Me levanté para coger
otra Coca-cola, ya que era lo único que conseguía despejarme un poco, y cada
vez el cansancio por utilizar mis poderes aumentaba. Llegó el descanso y salí
junto a Amber al jardín.
-Esto de ir contra el equipo que a ellos les
gusta es muy divertido –comentó.
Me senté en los escalones de la entrada y me
froté la cara en un intento de despejarme con el aire frío.
-¿Estás cansada? –preguntó sentándose a mi
lado.
Le pegué un trago al
refresco.
-Mucho –bajé la voz-. Utilizar mis poderes me
agota.
-Ah, ¿cómo es que vas ahora a una escuela de
periodismo? Es la primera noticia que tengo.
-Vamos, Amber, sabes que…
-Deberías decírselo, porque ya empiezas con
mentiras y no sé si esa será la mejor solución.
-Tal vez no lo sea, pero lo prefiero a que
piense que soy un bicho raro y no quiera acercarse a mí.
-Está bien, haz lo que quieras –cambió de
tema-. ¿Qué tal en la escuela?
-Bien, voy aprendiendo algunos hechizos.
Además, hoy hemos conseguido hacer la poción curativa.
-¿Una poción curativa?
-Sí, es genial. Ayer lo intentamos, pero…
-¿Quiénes?
-Ayerai y yo, él es mi pareja en clase de Pociones.
-Ayerai –repitió-. No lo había oído nunca, es
algo extraño el nombre.
-No es el más raro, créeme.
-¿Y has conocido a más gente?
-Sí, como Neile y Mayara, ellas son hermanas.
Neile está loca –bromeé-, es muy divertida. Por otro lado, Mayara es más calmada,
se complementan. Van siempre con Ayerai.
-¿Y él cómo es?
-Se puede decir que es más sensato que Neile,
pero no tan calmado como Mayara.
Oímos cómo se abría la puerta y Eric apareció
tras ella.
-El partido no tardará en empezar.
-De acuerdo.
Se sentó junto a mí.
-¿De qué hablabais?
-Ahora mismo de Ayerai –dijo Amber-. Es un
nombre raro, ¿verdad?
La miré un segundo fijamente.
-¿Quién es?
-Un compañero mío de la escuela.
-¡Ya empieza! –oímos la voz de Liam desde el
comedor.
Los tres nos levantamos y entramos de nuevo en
la casa.
En cuanto el partido acabó recogí mi bolso,
dispuesta a irme a casa, estaba agotada.
-Te llevo a casa –dijo Eric mientras cogía su
chaqueta.
-No te preocupes, mi casa está a un par de
minutos.
-No voy a dejar que te vayas ahora sola. Además,
con el sueño que tienes te caes en cuanto gires la esquina.
-No estoy tan cansada –me evadí.
Me levantó la cabeza por la barbilla.
-Te conozco, tienes una cara de sueño que no
te la quita nadie –se volvió hacia sus amigos-. Nosotros nos vamos. Amber, ¿te
vienes?
Esta se giró hacia Chase.
-Yo te puedo llevar –se ofreció.
-Está bien, pues nos vemos mañana.
-Adiós.
Salimos hacia el coche, que estaba aparcado
frente a la casa. Me acomodé en el asiento del copiloto y apoyé la cabeza
contra el respaldo.
-¿Qué te hacen hacer es esa escuela? Vuelves
agotada.
Me encogí de hombros y cerré los ojos, sin
contestar a la pregunta. Escasos minutos después llegamos a mi casa.
-Gracias.
Me besó antes de salir del coche.
-Que duermas bien –se despidió con una
sonrisa.
Se la devolví antes de girarme y entrar por la
puerta.
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