CAPÍTULO 37: Traicionada
Noté como
me balanceaba ligeramente al ritmo de los pasos de la persona que me llevaba en
brazos. Intenté abrir los ojos, pero los parpados me caían pesadamente contra
los ojos. Empecé a recordar lo que había pasado antes de que me desmayara:
estaba en casa de Amber, contándole lo que había descubierto de Eric. Pero
entonces ella se había levantado del sofá y… ¿me había lanzado un hechizo? No,
no podía ser. ¿Amber también era una de ellos, de la Inquisición? Podría
haberme atacado al darse cuenta de que lo había descubierto.
Después de
unos minutos conseguí abrir los ojos.
-Vaya,
parece que la Bella Durmiente ha despertado –habló el chico que me estaba
llevando. Al reconocer su voz pataleé bruscamente para que me soltara-.
Tranquilízate –me ordenó.
Continué
pataleando hasta conseguir soltarme de él, y caí al suelo torpemente. Me llevó
unos segundos levantarme. Noté una mano sobre mi hombro.
-¡No me
toques, Cameron!
Me ignoró y
me agarró con fuerza del brazo para arrastrarme hacia una vieja casa que
teníamos delante. Mientras caminaba, casi a trompicones, observé el bosque en
el que nos encontrábamos, y lo reconocí en seguida. Estábamos en Salem. Miré al
grupo de gente que había detrás de nosotros y pude distinguir la silueta de
Amber entre todos aquellos chicos.
-Entra –me
mandó Cameron.
Me empujó
al interior de la casa. Me quedé parada, con los ojos como platos al ver la
estancia en la que nos encontrábamos, descomunalmente grande como para caber en
aquella casita. La sala era de techos altos, y todo ella de piedra, tenía un
cierto aire a Itziar. Me tiró hacia un lado para que me sentara junto a la
pared mientras el resto se perdía por la enorme puerta que había al fondo;
todos menos Amber.
-¿Tú
también, Amber? –dije sin poder creerlo.
-¿Yo
también? –bufó-. No, solo yo. La verdad es que fue fácil hacerte creer que era
Eric el culpable de todo esto. ¿No confiabas tanto en él?
-Pero, vi
el libro en su escritorio…
Se rió.
-Fue un
simple conjuro de apariencia, no era más que un libro normal que Eric tenía por su
habitación.
La observé
fijamente, notando las lágrimas en mis ojos, pero no pensaba derramar ni una.
No por ella.
-¿Cómo has
podido hacerme esto, Amber? –pregunté con rabia.
Se encogió
de hombros.
-Fue lo que
me pidieron que hiciera. Mi familia necesita tu poder para conseguir seguir con
vida. Eras tú o ellos, ¿a quién pensabas que elegiría?
-Está claro
que no te importo.
-No tanto
como aparentaba, no –por un segundo noté una chispa en sus ojos, pensando que
metía al decir aquello. Pero estaba claro que me equivocaba.
-Y Eric
tampoco. ¿Por qué me hiciste pensar que era él?
-Simplemente
para que fuera más fácil atacarte. Pero te equivocas, Eric sí que me importa.
Todo ha salido según lo planeado, él no ha sufrido ningún daño.
Eché la
cabeza hacia atrás, apoyándola contra la pared.
-¿Cuánto de
todo lo que has hecho o dicho era verdad?
Me vino a
la cabeza todos los momentos que había pasado con ella, riéndonos a carcajadas,
pensando que era mi mejor amiga. Clavé mis ojos, llenos de odio hacia ella, en
los suyos.
-Soy buena,
¿verdad? En ningún momento sospechaste de mí. Tal vez me meta en alguna escuela
de teatro, ¿no crees?
-Eres asquerosa
–le espeté furiosa.
-¿Me lo
tomo como un cumplido?
-Amber –oí
una voz entrar en ese momento por la puerta. Me giré para ver a un hombre alto
y corpulento. Tenía el pelo negro, al igual que los ojos, y llevaba una barba
de un par de días. Lo reconocí, era su padre.
-¿Sí? –dijo
volviéndose hacia él.
-Puedes
irte, nosotros nos encargaremos de ella.
-De acuerdo
–se giró hacia mí antes de irse-. Ha sido un placer ser tu amiga durante estos
meses –dijo con tono irónico.
En el
momento que se alejó noté caer una lágrima por mi mejilla. Cameron se acercó a
mí y estiró de mi brazo para que me levantara. Me puso frente al padre de
Amber, Ryan.
-Bueno,
Samira, supongo que te imaginas por qué estamos aquí, ¿no?
-Alguna
idea tengo –dije con cara de pocos amigos.
-Bien, pues
tu ejecución tendrá lugar mañana por la noche, en luna nueva.
-¿Queréis
mi poder porque os estáis debilitando?
-Así es, el
problema viene de que llevamos años aumentando nuestra fuerza con el sacrificio
de otras brujas, sin embargo, todo ello nos está jugando una mala pasada, hemos
empezado a ser dependientes de dicho poder. Pero todo acabará cuando mueras y
consigamos absorber tu poder. Este nos hará poderosos para siempre. Sabes lo
que dicen de la última de las Cinco Brujas, supongo.
Asentí.
-¿Y sabes
cómo morirá el resto de los brujos y brujas?
Negué con
la cabeza.
-Tú te
sobrecargarás de poder, de todo el poder de los brujos que viven. Luego
nosotros lo absorberemos, ya que al ser Magia Negra no nos afecta el ritual.
Cerré los
ojos un momento, sabía cómo era que te quitaran los poderes, lo había sentido
antes, era como si desgarraran una parte de ti. Y yo lo iba a sentir todo.
-Lleváosla –ordenó.
Cameron me
volvió a coger bruscamente y me arrastró por varios pasillos.
-Ignis –musité. Sentí una oleada de
calor, sabiendo que mi cuerpo lo absorbería y noté como Cameron apartaba las
manos rápidamente de mi piel.
En ese
momento salí corriendo por el pasillo sin saber por dónde salir, y oí los pasos
de Cameron cerca de mí. Abrí la puerta que cortaba mi camino y entré en otro
largo pasillo. Corrí todo lo que pude, pero Cameron consiguió pararme
abalanzándose sobre mí y caí de bruces contra el suelo. Intenté deshacerme de
su enorme cuerpo, pero pesaba demasiado. Musitó algo que no pude comprender y me
di cuenta de que no podía utilizar mis poderes. Sin embargo conseguí liberarme
de sus manos, pero cuando traté de atacarle me golpeó con el puño en el rostro,
y noté que me ardía el pómulo derecho. Finalmente se levantó de encima, al ver
que no ponía ninguna resistencia. Me levantó violentamente y me guió de vuelta.
Bajamos unas escaleras de piedra hasta llegar a un piso subterráneo.
-¿Esto qué
son mazmorras o algo así?
-Algo así
–dijo al tiempo que abría la verja de una de las estancias y me lanzaba dentro.
Caí al
suelo con brusquedad, golpeándome el rostro contra el muro. Noté que la sangre
bajaba por mi pómulo, donde sentía un fuerte dolor. Apoyé la cabeza, que me dolía
ligeramente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario