CAPÍTULO 34: Encerrada en la escuela de magia
El sonido
de mi móvil me sacó de mi hilo de pensamientos. Dejé la ropa sobre la cama y me
dirigí hacia la mesita de noche. En un principio no quería guardar la ropa en
el armario, dado que eso daba a entender que me establecía allí. Sin embargo,
por resignación, acabé haciéndolo; necesitaba ocupar mi mente en algo.
-¿Sí?
–pregunté al descolgar.
-Hola
–habló Eric desde el otro lado del teléfono-. ¿Cómo estás?
-Aburrida,
llevo un día aquí y se me ha hecho eterno. Además, mis padres y mi abuela se
han ido, y Phoebe está con Simon. Así que estoy completamente sola. ¿Y tú? ¿Qué
tal las fiestas?
-Bien,
anoche salí con el equipo.
-Me
gustaría estar allí –dije al tiempo que me tumbaba en la cama-. Yo creo que con
tanta gente la Inquisición no atacaría, pero ellos no piensan lo mismo.
-¿Entonces
estás encerrada?
-Más o
menos. Aunque podría ir a tu casa.
-¿Sería
seguro?
-No me
pueden ver por la calle, pero si me teletransporto directamente hasta allí.
¿Estás solo?
-Sí, mis
padres se han ido con Katie a la feria.
-¿Entonces
puedo ir?
-¿De verdad
tienes que preguntarlo?
Me
incorporé y aparecí en su habitación.
-¿Eric? –lo
llamé.
Este se
asomó por la puerta.
-Vaya
–exclamó-. Qué rapidez.
Sonreí y
caminé hacia él para besarle.
Estuve
buena parte de la mañana en su casa, dado que sus padres no volverían hasta la
tarde.
-Bueno,
será mejor que me vaya ya, las clase empezarán dentro de poco.
-¿Nos vemos
mañana?
-Lo
intentaré.
Hizo una
mueca. Me acerqué a él para darle un beso antes de teletransportarme.
Cuando
aparecí frente a la escuela ya había algunos alumnos en la entrada. Subí a mi
habitación para coger el grimorio y cuando abrí la puerta mis padres me
esperaban sentados en la cama. Mi padre me miraba con un semblante serio, por
el contrario mi madre me observaba con desaprobación.
-¿Dónde
estabas? –quiso saber él.
-En casa de
Eric…
-Hemos
venido aquí para que estés a salvo; no puedes ir yendo y viniendo.
-Solo he
ido a casa de Eric –repetí-. He estado allí todo el rato, no he salido.
-Acuérdate
la próxima vez de llevarte el móvil, por favor –habló mi madre, sin darle
importancia al asunto-. Y consúltanos adónde vas.
-De
acuerdo, lo haré. Lo siento. ¿Habéis ido a hablar con Neliel? –pregunté
cambiando de tema.
-Sí, nos ha
dicho qué es lo que tiene pensado. Ha estado investigando sobre ellos… –unos golpes
en la puerta la interrumpieron. Nos volvimos para ver a mis tres amigos, siempre
juntos, en la entrada.
-Hola
–saludó Mayara-. ¿Interrumpimos algo?
-No pasa
nada –dijo mi madre-. Seguiremos hablando luego.
-Vale
–cedí.
Cogí mi
grimorio y bajé junto a ellos.
-Nunca
había estado por estos pasillos –musitó Neile-. Pero son idénticos a los de
abajo.
-¿Cómo
estás? –preguntó Ayerai, que envolvía a Neile con el brazo-. ¿Qué tal el vivir
aquí?
-Es
bastante aburrido.
-¿Y has
hablado con Neliel? –dijo Mayara-. Quiero decir, ¿ya sabe lo que va a hacer?
-Mis padres
han ido a hablar con ella antes, pero todavía no sé qué vamos a hacer.
-Y cuando
esto está vacío debe dar algo de miedo, ¿no? –habló Neile, que seguía inmersa
en sus pensamientos.
Me reí.
-La verdad
es que sí, sobre todo cuando están los pasillos oscuros.
Llegamos
hasta la clase de Pociones. Ayerai y yo nos sentamos en segunda fila, mientras
que las dos hermanas se alejaron hasta la última. En ese momento O’Brian entró
por la puerta.
-Buenas
tardes –saludó-. Hoy tendremos una clase un poco distinta. Quiero que busquen
información sobre distintas pociones para atacar, para poder uno defenderse.
-¿Y no
sería mejor en ese caso lanzar un hechizo? –inquirió Dania.
-Sí, podría
ser mejor –afirmó la profesora-. Pero si no tiene fuerza suficiente para ello
una poción de este tipo le sería realmente útil.
Asintió
ligeramente.
-¿Y también
tendremos que preparar la poción? –preguntó ahora su compañero, Doman.
-Sí –toda
la clase resoplamos, no tendríamos suficiente tiempo-. Pero tendran dos horas
para ello.
-¿Dos
horas? –dijo Mayara-. ¿Y qué hay de la siguiente clase?
-¿Alguien
puede responderle esa pregunta a la señorita Desmon? –al ver que nadie decía
nada prosiguió-. ¿Nadie se ha dignado a leer la circular que os enviaron?
Ninguno
habló, excepto Naridia, que se encontrada en primera fila. Una de las alumnas
más aplicadas, aunque en la práctica las cosas no le salieran tan bien. Justo
al contrario que Ayerai y las dos hermanas.
-¿Puede
informar a sus compañeros de lo que decía la circular?
-Que las
clases de Pociones y Hechizos aumentarán a una hora más hasta nueva orden
–recitó.
-Pues ahí
tiene la respuesta –dijo dirigiéndose a Mayara-. Así pues, empiecen cuanto
antes. Pueden ir a la biblioteca a consultar libros.
Todos nos
levantamos y nos encaminamos hacia una de las estancias más grandes de la
escuela. Era una enorme sala de techos altos, repleta de estanterías situadas
ordenadamente a lo largo y ancho de la biblioteca. Y en la parte superior se
encontraban las mesas de estudio. Ayerai y yo estuvimos mirando en busca de
alguna poción que nos llamase la atención.
-¿Qué te
parece esto? Poción fatal –murmuró después de estar un buen rato buscando-.
Suena bien, ¿no?
-Sí, ¿es
fácil de hacer?
Me senté
junto a él y me incliné sobre el libro para mirar los ingredientes que
necesitaríamos. Sin embargo, no ponía nada sobre ellos, tan solo te decía cómo
usarlo. Indicaba que había que enfrascar el líquido de la poción, y en el
momento que se lanzase contra alguien explotaría ligeramente, dejando ver un
humo blanco que mataría al oponente en tan solo unos segundos.
-No sale
nada –dijo él-. Únicamente su uso, precauciones y algo de Captile.
Sin saber
por qué ese nombre me era vagamente familiar. Captile, repetí. Lo había visto escrito antes.
-Claro
–dije para mí misma-. Pontionem Captile.
-¿Qué?
–preguntó confuso.
- Pontionem Captile –repetí-. Poción
fatal. En mi baúl hay unas instrucciones de cómo hacer la poción.
-Genial,
entonces nos quedamos con esta. ¿Tienes el baúl arriba?
-No, está
en mi casa –hice una mueca-. Tal vez O’Brian nos deje ir.
-¿Tú crees?
–inquirió levantando una ceja.
-No
perdemos nada por preguntárselo. Vamos.
Ambos nos
levantamos y nos despedimos de Neile y Mayara, bajo la imponente mirada de la
bibliotecaria, que no dejaba que nadie hablase en su biblioteca. Mientras
caminábamos por el pasillo nos encontramos con la profesora O’Brian. Nos
intercambiamos una mirada al verla a lo lejos.
-Pídeselo
tú, te tiene menos manía –murmuró.
-Está bien
–acepté.
Nos fuimos
acercando hasta estar a su altura.
-Profesora
O’Brian –empecé, con mi voz más angelical-. Nos preguntábamos si podíamos ir a
mi casa para conseguir más información sobre la poción que hemos elegido. En mi
baúl…
-Está bien,
pueden ir –aprobó sin más.
Nos
volvimos a intercambiar otra mirada, esta vez de sorpresa, no solía ser tan
permisible.
-Gracias
–dije con cierto tono de incredulidad.
-Vaya, ha
cedido rápido –comentó Ayerai mientras nos dirigíamos a la salida.
-Sorprendentemente
rápido –coincidí.
-Con la voz
que has puesto parecías hasta buena.
Le di un
codazo en el costado.
-Soy buena.
Hizo una
mueca en forma de burla.
-Lo que
pasa es que sois una mala influencia para mí –bromeé.
Se rió.
Salimos al
jardín trasero y cogí a Ayerai de la mano para teletransportarlo hasta mi casa.
Ambos
aparecimos en mi habitación. Me senté en la ventana, junto al baúl y lo abrí.
Todo estaba desordenado.
-Me parece
que tendremos que buscar un poco.
Cogió un taco
de hojas y se sentó en la cama, revisándolos todos.
Sin darnos
cuenta había pasado una hora mientras rebuscábamos entre los papeles.
-Lo tengo
–anunció Ayerai-. Aquí está, Pontionem
Captile.
-¿Cómo te
ha costado tanto encontrarlo? No tienes tantos papeles.
-Me he
entretenido leyendo otras cosas, aquí tienes muchísima información sobre la
magia.
-Bueno,
vámonos. Espero que nos dé tiempo a hacerlo –dije antes de desaparecer.
Solté un
grito ahogado cuando aparecimos en el patio trasero de Itziar. Una de las
grandes puertas estaba partida, las ventanas estaban rotas, y parte de la
estructura estaba agrietada. Noté cómo se me erizaba el vello de la nuca.
-¿Qué
demonios ha pasado? –susurró Ayerai.
Nooo!!! Me has dejado cortada!!! Sigue sigue!!
ResponderEliminarUn beso!
Madre mía, menudo escalofrío que he sentido. ¿Qué habrá pasado? Ahora mismo sigo leyendo, tu historia me tiene enganchadísima :)
ResponderEliminarEscribes genial, sigue así y llegarás muy lejos. Un beso ^^
Muchaas gracias por tus comentarioos! Siento no haber respondido antes pero estaba de viaje y no tenía internet.
EliminarY me alegro mucho de que la historia te guste tanto