CAPÍTULO 17:
Indecisión
Crucé
todo el aparcamiento hasta llegar al edificio en el que me tocaba, y entré en
clase de física. Me sorprendí al ver a Eric al final de la clase y fui directa a
sentarme con él. Miré el reloj de la muñeca.
-No
puede ser, estás aquí cinco minutos antes. El profesor ni siquiera ha entrado.
-Muy
graciosa.
-En
serio, no es normal en ti estar a esta hora, ¿qué ha pasado?
-Amber
ha pasado. No sabes la bronca que me ha echado.
-Es
decir, ¿que a partir de ahora serás puntual?
-Sí, al parecer la profesora de
castellano la última vez no la dejó entrar.
-Ya se lo advirtió, y ella a ti. Pero no
le hiciste ningún caso.
-Buenos días, clase –saludó el profesor
al entrar por la puerta. Dejó el maletín sobre la mesa-. ¿Estamos todos?
–preguntó-. Excepto el señorito Watson que llegará a su hora puntual –dijo
mientras rebuscaba en su maletín.
-No, estoy aquí. Estamos todos.
Levantó la cabeza y miró a Eric con
sorpresa.
-Vaya, señorito Watson, ¿qué ha sido de
su puntualidad?
Este se rio.
-La he dejado aparte.
-Me parece genial. –Sacó algunos
papeles-. Vale, ahora quiero que se pongan por separado, haremos un control.
-¿Qué? –repliqué.
-¿Algún problema, señorita Westwick?
Me tragué mi queja y negué con la
cabeza.
-De acuerdo, pues sepárese de su
compañero, por favor.
Arrastré la mesa lejos de la de Eric y
me senté de nuevo. Saqué un bolígrafo y la calculadora, mientras esperaba a que
el profesor Mawson repartiera los exámenes me volví hacia Eric que me dedicó
una sonrisa torcida.
-No te pongas nerviosa –susurró-.
Intenta entenderlo.
Asentí, con poco convencimiento.
-¿Esto contará mucho? –pregunté cuando
dejó una de las hojas sobre mi mesa.
-No se preocupe ahora por eso, céntrese
en el examen –esas palabras solo querían decir que con este control me jugaba
mucho.
Resoplé. Y destapé el bolígrafo para
hacer el examen. Noté cómo mi respiración se aceleraba a medida que iba leyendo
las preguntas. No entendía nada y cada vez estaba más nerviosa, y furiosa; lo
que no me ayudaba en nada para intentar entender lo que me preguntaban. Respiré
un par veces, pero no funcionaba. Miré de arriba abajo el examen, ni siquiera
había escrito el nombre. A mi alrededor la gente parecía entenderlo todo sin
problemas, sin embargo mi nerviosismo iba en aumento. Puse el nombre y guardé
el bolígrafo en el estuche y este en la mochila. Noté la mirada de Eric sobre
mí mientras me dirigía hacia el profesor. Dejé el folio sobre la mesa y me
encaminé hacia la puerta.
-¿Qué significa esto, señorita Westwick?
-Un examen en blanco, seguro que no es
la primare vez que ve uno.
-Vuelva a su sitio e intente hacer algo,
esto le contará mucho en la nota.
Sin decir nada salí por la puerta y
cerré detrás de mí. Anduve hasta la parte de fuera y me apoyé sobre la pared,
en ese momento una enorme oleada de calor me recorrió de arriba abajo. Cerré
los ojos un segundo y respiré el frío aire de la mañana. Todavía no entendía
qué era lo que acababa de pasar en el aula de física, pero entonces recordé las
palabras que mi hermana me había dicho <<los
poderes pueden controlar tus emociones, e incluso hacer algo que en realidad no quieres>>
-Genial –musité. Los poderes habían
hecho que suspenda la asignatura.
Esperé sentada hasta que tocó el timbre
y me dirigí hacia la clase de castellano.
-Hola –me saludó Amber-. ¿Qué tal?
Me senté junto a ella.
-Mal.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
Rodeé el aula con la mirada, tan solo
habían dos personas más, en primera fila.
-Es por… –vacilé-. Lo de ser bruja.
-¿Qué es lo que ha pasado?
-Hola –saludó Natasha cuando se acercó a
nosotras-. ¿Qué tal?
Miré a Amber, indicándole que luego se
lo contaría todo.
-Bien –contesté.
La profesora entró en clase y nos
volvimos hacia ella.
Sonó el timbre y salí junto a Amber y
Natasha hacia la cafetería.
-Samira –la voz de Eric me llamó desde
detrás.
Suspiré y me volví hacia él.
-¿Estás bien?
-Sí –dije aparentando total naturalidad.
-¿Qué es lo que ha pasado en la clase de
física?
Me encogí de hombros.
-No sabía contestar a las preguntas, eso
es todo. No entendía nada.
Me acercó a él.
-Te dije que no te pusieras nerviosa.
Apenas lo has intentado, a los cinco minutos te has ido de clase.
Bufé.
-Da igual, tengo la asignatura
suspendida.
-Pídele una recuperación –dijo
cogiéndome de la mano mientras nos dirigíamos por el aparcamiento hacia la
cafetería.
-Dudo mucho que me la haga.
-No estuviste el día que lo explicó, tal
vez te dé otra oportunidad.
Nos sentamos en una mesa y almorzamos
tranquilamente. Ahora que estaba relajada notaba que el calor que había sentido
antes había desaparecido por completo.
Salimos hacia el aparcamiento.
-Vale, cuéntame qué es lo que ha pasado en clase de física –quiso saber
Amber.
En todo el día no habíamos tenido ningún momento en el que hubiésemos
podido estar solas.
–Lo que ha pasado es que no controlo mis poderes, y al parecer ellos me
controlan a mí.
-¿Que te controlan a ti?
-Sí, como si fuera un impulso.
-¿Y qué ha pasado?
-Estaba nerviosa, y los poderes han hecho que mi nerviosismo aumentase. Al
final me he levantado, cabreada, sin saber por qué, y le he entregado el examen
en blanco. Pero era como si no controlase la situación por completo.
-Así que tus poderes pueden llegar a controlarte –dijo analizando lo que le
acababa de contar-. Qué fuerte, ¿no?
-Hola –saludó Eric, ninguna de las dos nos habíamos percatado de que se
había acercado, ¿habría escuchado algo? De todas formas hoy se lo tenía que
decir todo-. ¿De qué habláis?
-De brujas –dijo Amber.
La fulminé con la mirada.
-¿Todavía seguís con eso?
-Sé que crees que no existen, pero ¿y si te equivocas? –inquirió-. Puede
que vivan como personas normales.
-No me equivoco. Además, si la gente así existiera, sinceramente, no querría conocer a nadie así. Serían unos
bichos raros. No sé, podrían hacerte cualquier cosa. No me gustaría estar cerca
de alguno de ellos.
Se
me calló en alma a los pies y la pequeña sonrisa que tenía se desvaneció por
completo al oírle decir eso.
-De
todas formas no tenemos ese problema porque no existen.
Definitivamente
mi oportunidad de contárselo se había ido por completo en cuanto había
pronunciado aquellas palabras. Si se lo contaba lo estropearía todo, sin duda.
Él pensaba que era un bicho raro... Por un momento noté cómo las lágrimas
amenazaban con llegar a mis ojos, que se me humedecían, pero las reprimí
rápidamente. Sin embargo, él se percató del cambio de mi rostro.
-¿Qué
te pasa?
-Nada
–dije aparentando naturalidad, sin mirarle fijamente para que no se percatara
de mis ojos-. ¿Vamos?
-Sí.
Pasó
el brazo alrededor de mis hombros y nos dirigimos hacia el coche. De normal
siempre me sentía segura bajo su brazo, pero en aquel momento me sentía
incómoda.
Paró
frente a mi casa. Bajé del coche y noté cómo Eric me miraba con algo de
preocupación, probablemente había notado mi cambio de humor.
-Nos
vemos mañana –me acerqué para darle un beso. Sonrió ligeramente.
Me
dirigí hacia la puerta y mientras rebuscaba las llaves oí a Amber detrás de mí.
Me volví hacia ella que me tendía la chaqueta que me había dejado en el coche.
-Lo
siento –se disculpó en voz baja-. No pensaba que iba a decir algo así, ya sabes
que yo hablo demasiado.
-Da
igual. Probablemente si se lo hubiera dicho lo hubiera estropeado.
-¿Significa
eso que no se lo contarás?
-Ya
has oído lo que ha dicho, Amber –dije agachando ligeramente la cabeza-. Nos
vemos mañana.
Cogí
la chaqueta y entré en casa.
-Hola
–saludó mi hermana desde el sofá.
-Hola
–conteste sin ánimo.
-¿Y
esa cara? ¿Ha pasado algo?
Me
dejé caer a su lado, pero antes de que pudiera decir nada mi abuela bajo las
escaleras.
-Has
llegado justo a tiempo, Samira.
-¿Para
qué?
-Me
voy ahora a la escuela, ¿quieres venirte?
-Sí,
claro.
Me
levanté del sofá, me puse la chaqueta y me dirigí de nuevo hacia la puerta.
-Te
equivocas de camino –me advirtió Phoebe con una risa.
Me
giré y le miré extrañada, luego me volví hacia mi abuela.
-A la escuela se va de otra forma.
Alargó el brazo para que le cogiera de
la mano. Lo hice, sin mucha confianza.
-Al principio es algo molesto –me
advirtió antes de que todo se volviera negro.
Cogí una bocanada de aire y caí de
rodillas sobre el césped.
-Dijiste algo molesto –le recriminé.
-Te acostumbraras.
Me levanté poco a poco y me quedé
observando a mí alrededor. Frente a mí se extendía una inmensa explanada que llegaba
hasta el lugar donde se alzaban dos redondas torres unidas por un arco,
formando la entrada de la enorme escuela. Había gente por todas partes, que
aparecían de la nada, y al parecer sin causarles ningún mareo la
teletransportación.
-Madre mía
–susurré asombrada.
D: Como es que Eric va a decir eso, ay que horror, me siento triste D:
ResponderEliminarTe quedo muy bien el capitulo :DDD