CAPÍTULO
13: Cena de presentación
Dejé el coche en el aparcamiento y me
dirigí rápidamente al pabellón del instituto. Apenas había gente fuera, dado
que el partido estaba a punto de empezar. Entré en el gimnasio y me encontré
con la estancia abarrotada. Apenas quedaban un par de sitios libres al final de
las gradas. Al pie de ellas se encontraban ambos banquillos y junto a estos las
animadoras de distintos equipos; mientras, los jugadores calentaban en la
cancha. Busqué a mis amigas con la mirada, y las encontré en segunda fila.
Amber me saludó con la mano y me indicó que me acercara para sentarme en la
silla vacía que había junto a ella. Asentí levemente, pero me volví hacia la
pista, buscando entre los jugadores a Eric, el cual se percató de mí enseguida
y se acercó.
-Pensaba que no vendrías –dijo dándome
un beso.
Enarqué una ceja.
-¿De verdad? Te dije que estaría aquí
–le recordé-. ¿Estás nervioso?
-La verdad es que sí, bastante.
Pasé mis brazos por su cuello y me puse
ligeramente de puntillas para estar a su altura.
-Tú solo juega como siempre –le aconsejé
para intentar calmarle-. No pienses en que el ojeador está aquí, ¿de acuerdo?
-Es fácil de decir…
-No pienses que estará pendiente de ti
todo el partido… –me callé y me reí ligeramente, eso último podría habérmelo guardado.
-No eres muy buena para dar consejos
tranquilizadores –me replicó con una sonrisa.
-Vale, olvida por completo lo último que
te acabo de decir.
-Bueno, que estés aquí me tranquiliza.
Le abracé con fuerza y me besó. Entonces
oímos un carraspeo y ambos nos giramos para ver frente a nosotros al entrenador
del equipo junto a un hombre que nos miraba con semblante serio. Nos separamos
con rapidez el uno del otro.
-Eric, este es el ojeador de la Universidad
de Carolina –se lo presentó.
-Encantado –dijo extendiéndole la mano.
Su voz sonó nerviosa.
Me aparté de él para dirigirme a las
gradas, pero antes de girarme le guiñé un ojo discretamente y le dediqué una
sonrisa. Luego me volví para sentarme con mis amigas.
-Hola, chicas –saludé cuando hube
llegado hasta ellas.
-Eric está de los nervios, ¿no? –musitó
Amber-. Porque que haya venido el ojeador de la universidad solo para él.
-Eso significa que es muy bueno –opinó
Alison-. Pero también hay más presión.
Sonó la bocina, que indicaba que el
partido iba a empezar. Los jugadores de ambos equipos entraron en la cancha, el
árbitro lanzó la pelota al aire, y Eric y su oponente saltaron para cogerla.
Acabó el partido, con un marcador muy
igualado, pero que le daba la victoria al equipo de Bridgeport. Esperamos a que
Eric saliera de los vestuarios. Había jugado genial el partido, dándolo todo,
claro que esta era su gran oportunidad de estudiar en la Universidad de
Carolina del Norte.
-Es raro que no haya salido todavía
–comenté.
En ese momento Liam y Byron salieron por
la puerta.
-¿Y Eric? –pregunté. Yo también estaba
nerviosa por lo que ocurriera.
-Está hablando con el ojeador.
Suspiré con impaciencia.
-Yo creo que puede conseguirlo, hoy a
jugando como nunca –opinó Byron.
-Sí, yo también lo creo –coincidí.
Ambos salieron del pabellón. Amber se
sentó en las gradas; sin embargo yo me mantuve de pie, a la espera. Minutos
después se volvieron abrir las puertas de los vestuarios y Eric apareció. Me
quedé mirándole fijamente.
-¿Y bien? –pregunté-. ¿Qué tal?
Su rostro estaba serio, pero se le pintó
una radiante sonrisa.
-¡Tengo la beca! –anunció entusiasmado.
Solté un grito de alegría, corrí hacia
él y le abracé con todas mis fuerzas mientras me levantaba del suelo. Me dejó
de nuevo en tierra.
-Enhorabuena –le felicitó Amber-. Sabía
que lo conseguirías.
-Me ha dicho que tengo muchas
posibilidades y que estudiar allí me abriría muchas puertas –suspiró-. No me lo
creo.
Pasó el brazo por mis hombros y salimos
hacia el aparcamiento.
-¡Eh, Eric! –oímos la voz de sus
amigos-. ¿Qué tal ha ido?
Liam y Byron estaban junto al coche de
este último.
-Lo he conseguido –me soltó y fue a
chocarles la mano-. ¿Acaso lo dudabais? –bromeó con una sonrisa, que no se le
había ido todavía.
-Pues esto habrá que celebrarlo, ¿no?
–dijo Liam.
-Voto por irnos esta noche de fiesta –se
unió Byron-. ¿Qué decís?
-Claro –respondió Eric.
-Yo me apunto –dijo Amber-. Y Sam
también –respondió dándome un pellizco.
-¿Quedamos a las ocho?
-De acuerdo.
Me dejaron en casa, como de costumbre.
-Nos vemos esta tarde –me despedí.
Entré en casa, dejé las cosas en el
suelo y me dirigí a por algo de comer a la cocina, allí se encontraba mi madre
y mi abuela en la mesa; y Phoebe estaba sentada sobre la encimera que había en
el centro.
-Hola, cielo –saludó mi abuela-. ¿Qué
tal ha ido el partido?
-Genial, Eric ha conseguido la beca.
-¿Para qué universidad era?
-La de Carolina del Norte.
Estuvimos hablando hasta que miré el
reloj distraídamente y vi que eran casi las ocho.
-Bueno, voy a cambiarme, hemos quedado
esta noche –expliqué mientras me acababa el vaso de zumo.
Subí a mi habitación y me arreglé para
salir.
Me levanté y bajé a la cocina,
adormilada.
-Buenos días –dijo mi madre cuando entré-.
¿Qué tal la fiesta?
-Estuvo genial, fuimos a un pub que hay en el centro.
Estuve contándole distraídamente la
noche mientras desayunaba.
-Samira –dijo mi abuela-. Si desayunas a
estas horas a la hora de comer no tendrás hambre.
Era algo que siempre de decía cuando me
levantaba tarde.
-Ayer me acosté muy tarde –me evadí.
-Siempre estás de fiesta –me acusó.
-No es verdad, también estudio. Además,
si estuviera de fiesta y mis notas fueran malas podrías echarme la bronca, pero
van genial.
Recogí el desayuno y me tumbé en el
sofá.
-¿Qué tal anoche? –preguntó Phoebe
sentándose a mi lado.
-Bien –respondí mientras hacía zapping.
Más tarde subí a mi habitación y empecé
a hacer algo de deberes.
-Samira –me llamó la voz de mi madre una
vez hube acabado todo lo que tenía-. Necesito ayuda.
Resoplé.
-Ya voy, mamá.
Entré en la cocina para ayudar a mi
madre a sacar las cosas de la compra.
-¿Hoy hay barbacoa? –pregunté al ver que
había comprado mucha carne.
-Sí, hace tiempo que no hacemos una.
Empezaremos cuando tu padre vuelva del trabajo.
Acabamos de guardar todo en la nevera.
-Simon viene esta noche también –dijo
pareciendo casual, pero sabía adónde quería ir a parar-. Podría venir Eric.
Resoplé.
-No sé, mamá.
-Sería un buen momento para presentarle,
todavía no conozco a ese chico.
-Está bien, le llamaré, pero no te
prometo nada.
Subí a mi habitación y marqué su número.
-Hola –saludó al descolgar el móvil.
-Eric, ¿me harías un favor? –dije en un
susurro.
-Creo que no me gusta mucho tu tono de
voz. Dime.
-Esta noche mi familia hace una
barbacoa, ¿vendrías?
Oí como se reía con algo de nerviosismo.
-¿Una presentación formal?
-Mejor no te lo tomes así. Además, el
novio de mi hermana también estará.
Suspiró, y tardó unos segundos en
contestar.
-Está bien. ¿A qué hora voy?
-A las ocho.
-De acuerdo. Nos vemos esta noche.
-Gracias –dije antes de colgar.
Ayudé a preparar todo lo necesario para
la cena. Luego subí para ducharme y ponerme algo más arreglado, dado que iba en
chándal. Mientras me acababa de cambiar sonó mi móvil, tan solo una vez. Lo
cogí para mirar quién era y luego me asomé por la ventana, que daba a la
entrada. Allí estaba el Opel rojo y Eric salió de él. Bajé rápidamente, al
salir él seguía contra el coche. Me acerqué a él y le besé.
-¿Nervioso?
-¿Tú qué crees?
Le abracé y le cogí de la mano para entrar
en casa. Cruzamos la cocina en dirección al pequeño jardín que había en la
parte trasera. La barbacoa estaba colocaba al fondo, junto a la valla, y la
mesa estaba puesta al otro lado. Mis padres hablaban junto a la barbacoa y mi
abuela trajinaba con la comida de un lado a otro. Le apreté la mano y nos
dirigimos hacia mis padres, ambos se giraron para vernos acercarnos.
-Bueno…, este es Eric –les presenté algo
vacilante.
Este se rascó ligeramente la nuca, un
gesto que delataba que estaba intranquilo. Alargó la mano para estrechar
fuertemente la de mi padre; y le dio un beso a mi madre.
-Encantado –dijo con una sonrisa.
Fui a presentarle a mi abuela, y a
Simon. Luego, mientras se hacía la comida, le fui enseñando la casa.
-Y este es mi cuarto.
Entramos en él y lo observó durante unos
minutos.
-Muy bonito.
Se acercó hacia la pared donde estaba
colgado un corcho repleto de fotografías. Muchas de ellas eran recientes, ya
que las había cambiado; otras eran de cuando yo era pequeña, en la mayoría de
ellas salía con Phoebe.
-De pequeña tenías los ojos más verdes
–sonrió y se volvió hacia mí, mientras me acariciaba la mejilla-. Me encantan
–musitó. Le devolví la sonrisa. Luego se volvió hacia el espejo, ahí tan solo
tenía un par de fotos: una con mi hermana, otra de mi familia y otra en la que
salíamos ambos. Su sonrisa se amplió-. Esta es la foto que Amber nos hizo en el
concierto.
-Samira –me llamó Phoebe desde el final
del pasillo-. La cena ya está.
Ambos bajamos hasta el jardín y nos
sentamos uno junto a otro. Bajo la mesa puse la mano sobre su pierna para darle
seguridad.
-Samira nos ha dicho que has conseguido
una beca para la universidad –dijo mi padre dirigiéndose a él.
-Sí, para la universidad de Carolina.
-Carolina esta muy lejos –opinó.
Se creó un breve silencio y me miró un
segundo, la distancia era algo en lo que no habíamos pensado.
-¿Es una beca por deporte? –preguntó
Simon rompiendo el silencio.
-Sí, por baloncesto.
-Un amigo lo intentó, pero hay que ser
muy bueno para entrar en esa universidad.
Sonrió tímidamente.
-Y te gustaría jugar profesionalmente,
¿no? –asintió-. ¿En la NBA?
-Sí, aunque eso es más difícil.
-¿Dime que no querrás jugar en los
Clippers de Los Ángeles?
Se rió y negó con la cabeza, ese equipo
no le gustaba nada.
-Me encantaría jugar en los Lakers.
-Genial. Es que odio a los Clippers
–musitó.
-A mí tampoco me gustan.
Miré a mi padre de reojo, que le miraba
expectante, sabía que a él le encantaban los Lakers.
Continuamos hablando, de varias cosas en
general. Al parecer Eric ya estaba más tranquilo, y la cena trascurrió divertida
y entretenida. En cuanto acabamos me levanté para recoger la mesa. Eric me
imitó.
-Phoebe, noto cierto escaqueo por tu
parte –le acusé al ver que no pensaba levantarse.
-¿Es que no puedes hacer las cosas sin
mí? Algún día yo no estaré para ayudarte.
Eric soltó una pequeña risa. Me volví
hacia él.
-Aunque parezca extraño, ella es la
mayor –repliqué.
-Phoebe, ayuda a tu hermana con los
platos –ordenó mi madre.
Recogimos tranquilamente la mesa y
metimos todo en el lavavajillas.
-Ey, ¿os apetece jugar? –inquirió mi
hermana enseñando una baraja de cartas.
Miré a Eric un momento y este se encogió
de hombros.
-Claro.
Nos unimos a ellos, sentándonos uno
frente a otro, en la mesa de la cocina. Y Phoebe empezó a repartir.
Miré a Eric fijamente y le guiñé un ojo.
-Hecho –dijo con una sonrisa antes de
poner las cartas sobre la mesa-. Dobles.
Levanté la mano para chocarla contra la
suya.
-Habéis hecho trampas, seguro –se quejó
Phoebe.
-Somos mejores –contesté yo-, admítelo.
-Otra –propuso-.
Concentrémonos –dijo dirigiéndose a Simon-. Nosotros somos invencibles en este
juego.
-A la tercera va la vencida
–afirmó este.
Continuamos jugando hasta
que se hizo tarde.
-Definitivamente hemos
ganado –anuncié yo-. No pasa nada Phoebe puede que a la próxima.
-Bueno, se ha hecho bastante
tarde, debería irme –dijo Eric cuando ambos nos hubimos levantado.
Salimos a la parte trasera,
donde mis padres seguían charlando.
-¿Te vas ya? –preguntó mi
madre al vernos acercarnos.
-Sí –le dio un beso-.
Gracias por la cena.
Le estrechó la mano a mi
padre de nuevo.
-De nada. Ya sabes, ven
cuando quieras.
Le devolvió una sonrisa.
Entramos de nuevo, y se despidió de Simon, chocándole la mano; habían
congeniado muy bien. Le acompañé hasta el coche y me quedé mirándole unos
segundos, esperando que dijera algo.
-Ha estado mejor de lo que
pensaba –habló finalmente.
Le sonreí.
-Bueno, ya ha pasado todo.
-Si no cuentas que en cuanto
me vaya empezará la valoración de tus padres.
Solté una risotada.
-Te encantan los Lakers, a
mi padre ya lo tienes ganado.
Se unió
a mi risa. Luego me cogió el rostro con ambas manos
y me besó. Se apartó ligeramente y descansó su frente sobre la mía.
-Escucha –su voz sonó más suave-,
en cuanto a lo de Carolina…
-Shh –le corté poniendo el
dedo índice sobre sus labios-. Todavía queda mucho.
Me volvió a besar.
-Nos vemos mañana –me
despedí.
-Adiós.
Se metió en el coche, y yo
me quedé observando cómo se alejaba. Luego me volví para entrar en casa. Me
acerqué para ayudar a guardar la comida que había sobrado. Mi madre se mantuvo
en silencio durante un rato.
-Vale, mamá, suéltalo –sabía
que estaba deseando hablar sobre Eric.
-Está bien –dijo como si se
lo estuviera rogando-. Me gusta, es muy simpático, y amable. Parece muy buen
chico.
Sonreí.
-Y le gustan los Lakers
–añadió mi padre-. Con eso tengo más que suficiente –bromeó.
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