miércoles, 27 de junio de 2012

CAPÍTULO 14


CAPITULO 14: Un secreto que nunca esperé
Entré en el aula de historia y me senté junto a Amber, como era ya rutina, de mala gana; odiaba que esta asignatura la tuviéramos a última hora.
-Chicos –empezó la profesora Wilson-. Sé que las supersticiones dentro del folclore las dejamos hace tiempo, pero he entrado una imágenes que son muy interesantes y que podríamos así ampliar información para el trabajo que me debéis entregar.
Resoplé ligeramente todo esto me parecía interesante, pero no quería que el trabajo se hiciera más largo.
-Apagar las luces –mandó al mismo tiempo que encendía el retroproyector.
Poco a poco la imagen que proyectaba fue haciéndose más nítida y pude observar el título de lo que nos iba a enseñar: <<Brujas de Salem>>
-He encontrado un par de imágenes sobre algunas mujeres que fueron asesinadas, y lo más estremecedor es que algunas de estas mujeres no son de hace tanto tiempo, dado que hay fotografías reales de ellas.
Empezó a pasarlas una a una, explicando quiénes eran y cómo había sucedido su muerte. Entretanto dejó ver una fotografía de un cuadro, que me dejó sin aliento por un segundo. Solté un grito ahogado, que resonó en el aquel silencio. Toda la clase se volvió hacia mí, incluida la profesora, e intenté disimular la cara de horror que sabía que estaba poniendo. Era otra vez aquella chica, ahora me miraba desde el cuadro, y estaba segura de que únicamente la veía yo, en realidad la mujer que allí estaba no sería ella.
-¿Ocurre algo, señorita Westwick?
Negué rápidamente con la cabeza y me acurruqué ligeramente en mi silla. Siempre, cuando aquella chica aparecía fuera de mis pesadillas, yo me encontraba completamente sola; pero esta vez la clase entera estaba allí. Me volví levemente hacia Amber, que me miraba esperando una mejor respuesta que una simple negación.
-Estoy bien –susurré, no solo a ella, a Eric también que se había vuelto hacia mí.
-Aquí vemos a otra chica que fue asesinada, en este caso quemada. Fue en este momento cuando empezó radicalmente la caza de brujas. Esta chica fue incinerada en Salem, en 1692. Veis que va vestida con una ropa típica de la época, con una larga falda blanca y una blusa hecha de algodón. Esta ropa la llevaba la gente que no era de alta clase, como se ve en lo desgastada que está –describió exactamente el vestuario que llevaba la chica que yo veía.
No puede ser, pensé. Toda la clase la estaba viendo, es decir, que la chica del cuadro era la que estaba haciendo que me volviera loca. ¿Qué significaba todo esto? ¿Qué tenía que ver conmigo aquella chica? ¿Por qué me perseguía de esa manera?
-Su nombre era Aimara, fue una de las chicas más jóvenes que fue asesinada, en aquel momento solo tenía diecisiete años.
Me quedé horrorizada mientras la miraba, hasta que pasó a la siguiente imagen. Aimara, me repetí una y otra vez. Continuó pasado fotos, cada vez más recientes. Y los rostros de muchas de ellas, sin sabes por qué, me resultaban vagamente familiares. Pero no conseguía recordar de qué. Con forme pasaban los minutos sentí aquel horror que me era casi familiar, siempre lo notaba cuando Aimara aparecía, o en mis pesadillas.
En cuanto sonó el timbre recogí los libros y salí precipitadamente del aula. Seguí caminando hasta llegar al aparcamiento y me paré a los pocos metros del edificio.
-Samira –me giré para ver a Eric venir hacia mí rápidamente. Me cogió suavemente del cuello y me levantó ligeramente la cabeza con los pulgares para que mis ojos se encontraran con los suyos-. ¿Estás bien?
-Sí –mentí desviando levemente la mirada-. Es que me estaba agobiando, tenía mucho calor.
Sus manos apretaron tenuemente mi cuello y luego deslizó la mano derecha hasta mi frente.
-Estás ardiendo –musitó-. Te llevaré a casa
No opuse resistencia alguna cuando me agarró y se dirigió al coche. Me senté en la parte delantera, en el asiento del copiloto.
-Voy a buscar a Amber, vuelvo en seguida.
Cuando cerró la puerta, apoyé la cabeza contra el respaldo y cerré los ojos; la cabeza me dolía y sentía un extraño malestar por todo el cuerpo. Entonces, el rostro de Aimara apareció repentinamente en mi mente. Abrí los ojos de golpe, sobresaltada y encendí la radio para intentar concentrarme en algo que me quitara aquella imagen de la mente. Entonces miré al frente y me erguí en el asiento, tensa, al verla de nuevo a lo lejos. Miré a todas partes, alterada, en busca de alguien, por suerte vi a Amber y Eric que ya se encaminaban hacia el coche. Me volví hacia Aimara, sin embargo, no me extrañé al ver que ya no estaba allí. Ambos entraron en el coche.
-Eh, ¿cómo te encuentras? –preguntó Amber-. Has salido corriendo de clase.
-Tiene fiebre –explicó Eric.
Llegamos a mi casa y él me acompañó hasta dentro. Supuse que no había nadie al no recibir respuesta a mi saludo.
-¿Estarás bien? –inquirió.
Me acerqué a él para abrazarle y hundí el rostro en su pecho, en aquel momento no quería estar sola, sabía que Aimara aparecería en cualquier momento. Por suerte Phoebe entró a los pocos minutos.
-Nos vemos mañana –se despidió dándome un beso en la frente-. Y será mejor que descanses un poco para que te baje la fiebre.
Salió por la puerta y me dirigí a la cocina a por una aspirina.
-¿No te encuentras bien? –preguntó Phoebe.
-Tengo fiebre, pero no me encuentro muy mal –aunque tenía demasiado calor para el frío que hacía.
Me tumbé en el sofá y encendí la televisión. Mi hermana sacó algo para comer y se unió a mí. Poco después se fue a estudiar y yo me dispuse a dormir algo. Cerré los ojos y me vinieron a la mente las imágenes que la profesora Wilson nos había enseñado. Me quedé pensando en por qué aquellas mujeres me sonaban, no era la primera vez que había visto aquellos rostros. Sin embargo era imposible, eran mujeres que habían muerto hacía ya muchos años.
Pero entonces caí en la cuenta de dónde las había visto. Me levanté de un salto y subí rápidamente las escaleras, hacia el desván. Entré y me acuclillé precipitadamente frente al baúl que tan mala sensación me había dado la primera vez. Lo abrí bruscamente y cogí las fotografías, revisándolas una a una. Allí estaban, las mujeres que había visto en clase de historia, ellas y otras. Y no me había dado cuenta, pero Aimara se encontraba en una de ellas. ¿Qué significaba todo esto de que las fotos de aquellas mujeres estuvieran en ese baúl con la estrella de cinco puntas? Cualquier persona lo vería claro, eran brujas de verdad, todo encajaba. ¿Pero qué hacían en mi casa? ¿Eso me metía a mí dentro de todo esto? –me reí con histeria- No, era de locos el pensar que podía ser una bruja, no tenía sentido.
Una oleada de calor me inundó en aquel momento y se me nubló la vista. Apoyé las manos contra el suelo para no caer. Pero todo se empezó a volver negro y me desplomé bruscamente contra el suelo.
Al abrir los ojos me encontré en un oscuro bosque, parecía exactamente igual al de mi primera pesadilla. Rodeé el monte en busca de Aimara, pero no se veía rastro de ella. Sin embargo, a lo lejos vi a unas siluetas correr apresuradamente. Me escondí tras un árbol. Un instante después aquellas que corrían, cuatro chicas, se pararon a pocos metros de mi posición.
-Escondeos junto a ese arbusto –ordenó la más mayor de ellas.
Parecía una familia. La mayor de las hijas opuso resistencia en un principio, luego se escondió en el arbusto que tenía cerca de mí. Me moví instintivamente hacia un lado en el que la luz de la luna no me descubriera, pero ninguna de ellas se percató en absoluto de que yo estaba allí. Cuando me giré observé que la mayor de ellas, que sujetaba a sus hermanas entre sus brazos era Aimara. Me quedé estupefacta, sin entender nada. Entonces apareció frente a mí la chica que me había atormentado. La miré durante unos segundos.
-Eres tú –susurré.
Ella simplemente asintió.
-¿No me ven? –negó con la cabeza, sin separar los labios.
-¿Por qué… –el sonido de un disparo me hizo callar y me giré de golpe.
A los pocos metros de nosotras la madre había recibido un disparo que le había costado la vida: lo había hecho para proteger a sus hijas. Me volví en dirección a Aimara, que miraba hacia el cuerpo en tierra.
-La han matado –susurré horrorizada.
-Porque es una bruja –contestó ella con una voz afilada.
La miré fijamente al oírle hablar. Resoplé.
-¿Eso era lo que ellos pensaban?
-Sí, y estaban en lo cierto.
Negué enérgicamente.
-No puede ser, las brujas no existen.
-No te engañes, Samira –se levantó la manga de su blusa para dejar ver una especie de tatuaje con la estrella de cinco puntas en su antebrazo-. Ellas son brujas, al igual que tú lo eres.
En ese instante desapareció, antes de que pudiera replicar nada. Miré a todas partes en su busca.
-¡Aimara! –la llamé en un susurro.
Vi cómo unos hombres se acercaban a lo lejos, y me arrimé más al árbol, instintivamente, aunque sabía que no me podían ver. Pero entonces noté algo frío contra mi nuca y me quedé pasmada, no deberían verme.
-No te muevas –me ordenó una voz masculina. Tragué saliva y me quedé clavada en el sitio.
-Parece que hoy tenemos suerte, cuatro en una sola noche –habló otro.
Levantaron a las tres chicas que estaban junto al arbusto y nos arrastraron a todas hasta el carro que había a la salida del bosque. Entretanto me di cuenta de que las hermanas de Aimara eran más pequeñas que ella. La que andaba a su derecha aparentaba unos quince años, y a la que sostenía en brazos tendría tan solo cinco o seis. Se me encogió el corazón al pensar en lo crueles que podían llegar a ser las personas.
Minutos después nos acercamos hasta lo que parecía el centro del pueblo. Pensé que era el mismo pueblo que había visto en mi sueño cuando Eric estaba en él, pero no lo era. Sin embargo, aquella plaza ya la había visto antes: era la plaza de Salem. Nos bajaron bruscamente del carro y nos empujaron hacia la tarima que se encontraba en el centro de la plaza. Aimara empezó a gritar para que no mataran también a sus hermanas. Yo permanecí callada, con un nudo en la garganta, paralizada por completo. Nos subieron a todas, a excepción de la hermana pequeña a la que había conseguido salvar. Me ataron con una ruda cuerda de espaldas al pilar; a Aimara y a su hermana las ataron junto a mí. Entonces encendieron la hoguera. Y un calor horrible me empezó a abrasar la piel.
-Aimara –susurré con mis últimas fuerzas mientras el fuego iba subiendo-. Sácame de aquí, sácame de aquí…
Noté cómo me quemaba la piel, empezando por las piernas. Solté un grito desgarrador de dolor.
-¡Sácame de aquí! –chillé esta vez.
Notaba cómo iba perdiendo la conciencia, cuando el fuego empezó a subir por el tronco y los brazos.
-Spirtus potstatem malifequerum quinque eripe transnortate genus. –Fue lo último que oí antes de perder por completo la conciencia.
Desperté, chillando, ya había recobrado el sentido. Empecé a patalear y me toqué la piel, que me ardía. En ese momento Phoebe entró precipitadamente por la puerta del desván.
-Samira, ¿qué pasa? –preguntó alarmada.
Me quedé callada sin saber qué contestar, y negué simplemente con la cabeza.
-Una pesadilla –no levanté la cabeza para mirarle.
Puso la mano sobre mi hombro y la quitó rápidamente.
-No te muevas, ¿vale?
Salió rápidamente y me quedé allí sola de nuevo, sin saber qué hacer. Entonces noté algo en la muñeca, un pequeño quemazón; pero que fue intensificándose. Volví la palma de la mano hacia arriba para ver qué era lo que me causaba tal dolor. Observé atónita cómo se creaba lentamente en la parte interna de mi muñeca una marca, como si me la estuviesen forjando a fuego. Intenté reprimir un gritó de dolor, pero que escapó de mi garganta una vez la marca se hubo creado por completo y el dolor llegó a ser insoportable. Pasó de un color rojizo como el fuego a ser negro. Miré la marca, sin dar crédito a lo que mis ojos veían: una estrella de cinco puntas, rodeada por un círculo de unos tres centímetros, se había dibujado en mi muñeca. Como si fuera un tatuaje.
-Samira, ya estoy aquí.
Levanté la cabeza para mirarle, tenía los ojos llorosos a causa del dolor.
-¿Qué es lo que pasa?
Me arremangué y extendí el brazo para que pudiera ver la marca que tenía en él. Phoebe suspiró.
-Por fin.

3 comentarios:

  1. Aiish!!! Me encantaa!!! Adoro a Eric!!! Sigue así! :)

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    1. Muchaas graciaaas! :D Me alegro mucho de que te guste!
      Y a mí también me encaantaa Eric xD
      Un beso.

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  2. NYAAAAH, ES GENIAL *_____________* Me acaba de recorrer un escalofrío :3

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