CAPÍTULO
7: Brujas
Me levanté a la mañana siguiente, con
dolor de cabeza. Entré en el baño para lavarme la cara. Después de secármela me
quedé mirándome en el espejo, aparté levemente el cuello de la camiseta para
ver la quemadura, pero me quedé estupefacta al observar que la herida no estaba
en mi pecho. Volví a mirarme la piel, sin comprender por qué aquella quemadura ya
no estaba allí. No me lo había imaginado, el collar me había quemado. O tal vez
había sido un sueño… Al igual que lo que había pasado con aquella chica que
quería matarme.
Bajé las escaleras, y me encontré con mi
familia en la cocina. Mi madre trabajaba en el pequeño despacho y mi hermana y
mi abuela desayunaban en la mesa; mi padre no estaba, con lo que supuse que
estaría trabajando.
-Buenos días –saludé.
Cogí un cuenco y me senté en la mesa.
Miré un segundo a mi hermana, que tenía unas ojeras enormes bajo sus ojos.
-¿Qué pasa, ayer no dormiste?
Levantó la cabeza para mirarme
fijamente.
-Lo intenté, pero no pude. Por cierto
–su voz sonó dura-, mi collar, no lo vuelvas a tocar.
-Pensaba devolvértelo. ¿Por qué os
ponéis todos así por un estúpido collar?
-Simplemente no lo vuelvas a tocar y
punto –dijo fríamente.
-Vale –intervino mi abuela-. No lo
volverá a hacer y ya está, no hace falta que nos pongamos así.
Me echó una mirada furtiva antes de acabarse
su vaso de café, y subió a su habitación.
-¿Qué tal la fiesta de anoche? –preguntó
mi abuela cambiando de tema.
-Estuvo bien, había muchas cosas. Nada
que ver con la fiesta de Halloween de Boston.
Mientras hablábamos sonó el teléfono. Me
levanté para cogerlo.
-¿Si? –pregunté al descolgarlo.
-Hola, Sam, soy Amber. ¿Cómo estás?
-Perfectamente.
-Bien, solo quería asegurarme.
-Gracias.
-Por cierto, ¿has ido a por tu coche? Me
dejé el peluche allí.
-No, se me había olvidado. Iré luego a
por él, si quieres paso por tu casa a dejártelo.
-Vale.
-Adiós.
Entretanto que ordenaba mi habitación me
acordé de que debería haber ido al instituto para recoger las cosas. Cogí el
móvil y busqué el número de Natasha.
-Hola –saludó al tercer toque.
-Hola, Natasha. Siento no haber ido a
ayudar.
-No pasa nada, Eric me ha dicho que ayer
te desmayaste y he pensado que no te encontrarías muy bien. ¿Estás mejor?
-Sí, gracias.
-Bien. Adiós.
-Adiós –colgué.
Poco después fui a recoger el coche que
había dejado la noche anterior, y fui a casa de Amber a devolverle el peluche.
Me levanté el lunes por la mañana, me
metí en la ducha y después de vestirme bajé a desayunar.
-¿Dónde está Phoebe? –pregunté al no
verla en la mesa.
-Ya se ha ido –explicó mi madre-. Hoy
entraba antes a clase.
-Oh, es verdad –engullí el desayuno y
cogí mis auriculares antes de agarrar la mochila y la chaqueta-. Adiós.
Bajé la calle con paso rápido. Andando,
el instituto estaba a unos diez minutos.
Entré en clase de historia y me senté
junto a Amber. En ese momento la profesora Wilson cerró la puerta y empezó a hablar.
-Quiero que sigamos con el debate que
dejamos en la última clase –dijo mientras volvía a escribir la palabra <<folclore>> en la pizarra-. ¿De qué estuvimos
hablando?
-De los vampiros, etc. –indicó Amber-.
Principalmente de las brujas.
-Vale, y quedamos en que algunos
pensabais que existían y otros creías que eran pura fantasía, ¿no?
-Sí, pero todas las historias que se
cuentan de las brujas me parecen mucho más reales –comentó mi compañera.
-Yo creo que no existe todo eso de la
magia –dijo Liam, que se sentaba junto a Eric.
-¿Por qué? –preguntó la profesora
incitándole a seguir.
-Porque no son más que historias
urbanas.
-Podrían existir –insistió Amber.
-Puestos a eso –intervino Eric-. Los
vampiros, hombres lobo y todas esas fantasías también existirían. No vivimos en
una película.
-Pero igual que no hay culturas que
crean en los vampiros, hay muchas culturas que creen en la magia.
-Eso es un buen punto –afirmó la
profesora-. Es verdad que muchas culturas desde tiempos muy pasados han creído
en la magia, para curar personas, etc.
-Ya, pero, ¿ha funcionado? –replicó
Eric-. Es como si creyéramos en los superpoderes o cosas así, son irreales.
-Todo eso de las criaturas mágicas –se
le unió Liam-, apareció en la literatura. Me refiero a que no es más que la
invención de unos escritores que consiguieron dar vida a sus historias.
-Exacto –afirmó Eric.
-Otra cosa importante –apuntó la
profesora-. Los vampiros empezaron con Drácula hace ya muchos años.
-¿Pero las brujas cuando empezaron?
–musitó Amber-. Con la matanza que se produjo en Salem, no por un libro que
alguien inventó. Se las cargaban por practicar brujería.
-Pues yo no creo en todas esas cosas sin
sentido.
-Bueno, pero aparte de si eran brujas o
no, torturaban a aquellas personas -expuso la profesora-. ¿Quién llevaba a cabo
todo aquello?
-La Inquisición –contesté.
-Les torturaban de mil maneras
distintas, sin ninguna pena –replicó Alison contrariada.
-No solo a ellas, sino a todos los que
estaban en su contra.
-¿Y quiénes eran la Inquisición?
-Eran de la iglesia, ¿no?
-Sí, eso es. El clero estaba al mando de
todo lo de la persecución de las brujas.
Sonó el timbre y empezamos a recoger las
cosas. Salimos de clase hacia la segunda hora.
-Estas clases de historia son
entretenidas –comentó mi amiga mientras caminábamos por el pasillo.
-Sí, se nota que te gusta todo eso del
folclore.
-Me parece interesante –dijo
encogiéndose de hombros-. Me gusta toda esa historia.
-Ya, se nota.
Se rió.
-Parece que soy la única que cree que lo
de las brujas existe, me dejas sola –me acusó.
-Es que yo tampoco lo creo, no tan
rotundamente como Eric, pero creo que es fantasía.
Llegamos hasta el pasillo en el que cada
una se desviaba hacia su clase.
-Nos vemos luego –me despedí.
Entré en el aula de física y me senté al
final, a los pocos minutos Eric se sentó junto a mí y el profesor Mawson entró por la puerta y empezó la clase.
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