CAPÍTULO 40: Contraatacar
Abrí los
ojos lentamente, llevaba días sin dormir tan bien. Me desperecé bajo las
sábanas y cerré los ojos de nuevo. En ese momento me vino a la mente la imagen
que Amber había puesto en el álbum de fotos que me había regalado para mi
cumpleaños, en la que salíamos ambas, y recordé la frase que había puesto: <<Para
mi bruja favorita>> Noté de nuevo las
ansias de llorar, cuando pensaba que las había gastado todas la noche anterior.
Me levanté para ir a la ducha. Dejé que el agua me empapara mientras contenía
aquellas ganas de sollozar. Una vez vestida me dirigí hacia el comedor. Los
pasillos estaban vacíos, no era normal que todo el mundo estuviera durmiendo
todavía. Pasé frente a la sala de estar y atisbé por la pequeña ranura que
dejaba la puerta entreabierta, que todos estaban reunidos allí. Me acerqué y
abrí la puerta. Los que allí encontraban se volvieron hacia mí.
-¿Por qué nadie me ha despertado? –me
quejé mientras me acercaba hacia el primer sofá libre.
-Pensamos que querrías dormir, llevas un
par de días sin pegar ojo –contestó mi madre, pero sabía que había algo más.
-¿Y de qué hablabais?
Todos se intercambiaron una mirada
cómplice con Neliel, la cual contestó.
-Sobre la Inquisición, y lo que haremos
para atacar esta noche.
-¿Y por qué no me habéis despertado?
–les acusé.
Todos se quedaron en silencio.
-¿Alguien piensa contestar? –protesté
impaciente.
-Porque… creemos que lo mejor será que te
quedes aquí –contestó mi padre.
-¿Qué? ¿Estáis locos? No me pienso
quedar aquí sentada mientras vosotros vais a por unos tipos que me quieren a
mí. No –dije rotundamente.
-Por eso, precisamente, lo más seguro es
que te quedes aquí –habló Neliel-. Si vienes y te cogen…
-Me da igual, no quiero quedarme aquí.
-Vamos, Samira, no seas niña –intervino
Doman-. No puedes venir y arriesgarnos a que te cojan, moriríamos todos.
Me giré para fulminarle con la mirada.
-¿Cuál se supone que es el plan?
–pregunté, ignorándolo-. Ellos son mucho más fuertes.
-No ahora –explicó la directora-. Sus
poderes se están debilitando, tal vez los más jóvenes todavía mantengan la
fuerza, el resto no. Por ello atacaremos por la noche, con forme pasen las
horas estarán más débiles.
-Está bien. Pero yo quiero ir, por
favor.
-Es peligroso, Samira. Necesitamos que
tú estés segura, y este es el único lugar en el que lo puedes estar. Lo siento.
Suspiré sonoramente y me dejé caer
contra el respaldo.
-Necesito ir, no puedo quedarme aquí…
–susurré.
El sonido de mi móvil resonó en el
silencio que se había creado en aquel momento. Lo cogí para mirar quién era,
aunque me lo imaginaba.
-Eric –dije al descolgar-. Ahora no
puedo hablar, ¿te puedo llamar luego?
-Bueno, tenía algo importante que
decirte pero cómo quieras –me quedé de piedra al oír la voz de Cameron al otro
lado, y me temí lo peor. Me quedé unos segundos callada por el horror, mientras
todos me miraban expectantes.
-¿Qué habéis hecho con Eric? ¿Dónde
está? –exigí saber. Recordé lo que Amber me había dicho sobre que Eric sí le
importaba; simplemente era otra mentira.
-Eric está justo aquí con nosotros –contestó-.
Está bien –hizo una pausa-. Por ahora.
-¿Qué es lo que queréis?
-¿Que te parece a una chica morena, de
pelo largo y ojos verdes?
Suspiré.
-Me tendréis, pero quiero que le
soltéis.
Miré hacia Neliel, que me observaba con
pura preocupación mientras intentaba buscar alguna forma de contratacar.
-Lo haremos cuando te tengamos frente a
nosotros.
-Quiero que me dejes hablar con él
–reclamé.
Tras unos segundos oí su voz.
-Samira –sonaba jadeante.
-¿Estás bien? –pregunté casi en un
sollozo.
-Sí, pero no…
-Es suficiente –oí de nuevo la voz de
Cameron-. Ven a Salem, en la plaza a medianoche y se puntual. No hace falta que
te diga todo eso de “ven tú sola, no nos
la juegues…” Porque supongo que sabrás que no vamos a tener ningún reparo
en matarlo si lo haces, ¿verdad?
Me dio un vuelco el corazón, que me
latía con demasiada fuerza.
-Estaré allí a medianoche, pero no le
hagáis daño.
-No lo haremos siempre que seas puntual
–lo siguiente que escuché fui un simple pi,
pi…
Todos me observaban, esperando que
dijera algo; yo, por el contario, miraba al suelo, todavía con el móvil entre
las manos, en silencio. Me froté la cara mientras lloraba. Si yo moría, todos
ellos, y cientos de personas más, lo harían. Pero no podía dejar que Eric
muriera.
-¿Qué vamos a hacer? –miré a Neliel,
suplicante.
-No sé, Samira –negó ligeramente con la
cabeza, se le notaba frustrada-. No podemos dejar que vayas allí y mueras…
-Pero tampoco podemos dejar que Eric
muera –le corté.
-Lo sé, lo sé. Pensaré en algo, lo
prometo.
-Sé que tienes algo en mente –la acusé
al ver su rostro-. ¿Qué es? –continuó callada-. Neliel, ¿qué es?
-Es algo complicado –le miré fijamente,
incitándola a seguir-. Durante el sacrificio, en luna nueva, la Inquisición
estará en su momento más débil, serán completamente vulnerables, y podremos
atacarles sin problemas.
-Pero en ese momento nadie podrá luchar
–musitó Mayara.
-No si… –suspiró-. No si alguien se
hiciera pasar por Samira –todos exhalaron, se oyó algún grito ahogado por el
fondo.
-¡No! –me negué rotundamente-. No puedo
permitir que alguien se sacrifique por mí de esa forma. Tiene que haber otra
cosa que podamos hacer.
-Estoy pensando, Samira, pero… –negó simplemente
con la cabeza.
-¿Y si voy y antes de que el sacrificio
se produzca atacáis?
-Nos descubrirían –murmuró-. Estarán
atentos hasta que… hasta que la hoguera prenda.
-Sospecharán que no vas a ir sola –se
unió mi padre-. En cuanto a lo de la poción, ¿cuáles son los requisitos? –lo
que acababa de decir significaba que él pretendía ofrecerse voluntario.
-¡No, papá! –me miró un segundo y luego
volvió la cabeza hacia Neliel para que hablara.
-Durante la luna nueva las pociones, y
también los poderes, aunque en menor grado, se debilitan. Es decir, que en
algunas personas apenas funcionará, en otras, tal vez unos minutos. Para que la
poción para la metamorfosis funcione durante unas horas debe tomarla alguien
joven, probablemente que no pase de los veinte. Que sea fuerte, que tenga
poder.
Rodeé la sala, escrutando los rostros de
todos ellos. La mayoría tendría los veinte, tal vez alguno más o alguno menos.
-Yo lo haré –me quedé pasmada al oír quién
lo decía, y me giré para mirar con horror a Ayerai.
NOOOOO, MI AYERAI NOOOO, CON LO MAJOSO QUE EEEEEEEEEEEEES T________________________T
ResponderEliminarDios, qué intriga, qué nervios, qué escalofrío más tonto me acaba de dar xDDD
Sube el siguiente pronto, ¡por favor! D:
Nooooo por favor!!!! Ayeraii!! Y Eric!!! Aiish que horror! Sube cuando puedas guapa que esta interesantisimo!
ResponderEliminarUn besoo