viernes, 3 de agosto de 2012

CAPÍTULO 39


CAPÍTULO 39: Equivocada
Me incorporé y noté un dolor horrible en el costado, probablemente me habría magullado algunas costillas. Entré rápidamente a la casa y me dirigí a la sala de estar. Cuando entré todos me miraron perplejos.
-Samira –dijo mi madre, que se levantaba y venía a abrazarme, con los ojos llenos de lágrimas-. ¿Cómo estás? ¿Qué es lo que te han hecho? –me volvió a abrazar.
-¡Ah! –se apartó en seguida al oírme quejarme-. Creo que tengo alguna costilla magullada.
-Traeré algo de poción curativa –dijo mi hermana.
Mi padre pasó el brazo por mi cintura y me guió hasta el sofá. Me dejé caer con cuidado y cerré los ojos, de nuevo una lágrima cayó por mi mejilla. Los abrí y me incorporé ligeramente, mirando a Eric, que tenía sus ojos marrones clavados en los míos.
-¿Qué es lo que pasa aquí? –quise saber, aunque me hacía una idea.
-Pensamos que él te había cogido –informó Neliel.
Me giré hacia Ayerai.
-Lo siento –se disculpó-. No me iba a quedar callado si pensaba que estabas en peligro.
-Él no es de la Inquisición –expliqué-. Pensé que era así –dije en un susurro, sin poder mirarle a la cara-. Pero me equivoqué; todos os equivocabais. Vi… –me sentía avergonzada contando lo que había pasado-. Vi un Libro de las Sombras en su cajón, pero no era más que un hechizo de apariencia.
-¿Y quién lo había creado? –inquirió Ayerai antes de que pudiera continuar.
Suspiré.
-Amber.
-¿Qué? –levanté la cabeza para mirar a Eric-. ¿Amber? No, Samira, ella…
-Es una de ellos. Yo tampoco quería creerlo, pero sí. Pensaba que era mi mejor amiga, sin embargo esto es lo que me he llevado a cambio de su amistad.
-¿Ella te hizo eso? –inquirió Neile.
-No exactamente, Cameron lo hizo.
-¿El chico de la discoteca? –habló Eric, con pura confusión y sorpresa en su rostro.
-Me metieron en una celda donde los poderes no funcionaban, y cuando intenté salir fue cuando me hizo esto –vi cómo se le tensaba la mandíbula.
-¿Y cómo conseguiste salir de allí? –preguntó Neliel.
-Aimara me ayudó.
En ese momento mi hermana entró en la habitación y me tendió un pequeño vaso. Me lo bebí y vi como Eric observaba mi rostro, maravillado por los efectos que la poción curativa había tenido.
-Bueno, ahora aquí estás a salvo, pero te buscarán.
-¿Y… –habló Neile vacilante-, por qué no te mataron?
-Porque el sacrificio tiene que ser en luna nueva, es decir…
-Mañana por la noche –respondió Neliel-. ¿Te contaron cómo sería?
-Sí, tendría que absorber el poder de todos. Y… ¿eso significa notar cómo morís todos vosotros?
Asintió.
-Lo notarás igual que nosotros.
Me estremecí con solo pensarlo.
-Sentiré el dolor de cientos de personas.
-No pasará. Porque el sacrificio no se llevará acabo. Pero hablaremos de esto mañana.
-¿Mañana? –se quejó Neile-. No creo que el tiempo nos sobre.
-Es más de medianoche, hablaremos mañana. Por favor, que cada uno suba a su habitación.
Me levanté del sofá y fui directa a Eric. Le miré un segundo, con los ojos llorosos, y le abracé con fuerza.
-Lo siento –susurré en su hombro-. Siento haber desconfiado de ti.
Él me abrazó más fuerte y me acarició el pelo. Oímos como nos quedábamos solos. Me separé de él y le besé enérgicamente, enredando los dedos entre su cabello.
-Lo siento –volví a repetir. Sentía haber pensado todas esas cosas de él.
-No pasa nada, Samira –me abrazó de nuevo-. ¿Cómo ha podido Amber hacerte una cosa así? Es que… no me cabe en la cabeza.
Le estreché más fuerte y empecé a llorar, humedeciendo ligeramente su camiseta.
-Era totalmente cruel. Y yo una estúpida por haberla creído todo este tiempo.
Nos sentamos en el sofá mientras le explicaba con más detalle todo lo que estaba pasando. Después de un rato me levanté, con las lágrimas ya secas en los ojos.
-¿Te quedarás aquí esta noche?
-No, esta gente me odia.
-Ya no.
-De todas formas tengo que volver a casa, mis padres estarán algo preocupados.
Le cogí de la mano y lo guié por el pasillo hasta llegar al jardín.
-¿No se puede salir de otra forma? –preguntó poniendo mala cara.
-Es la única que hay –en cuanto acabé de pronunciar la frase me teletransporté. Él apoyó la mano sobre mi hombro con fuerza cuando aparecimos frente a su casa-. ¿Estás bien?
-Esto es horrible, no sé cómo puedes hacerlo siempre.
-Al final te acostumbras y el mareo se va.
Me acerqué a él y le besé.
-Te quiero –me susurró.
-Yo también te quiero.
Aparecí de nuevo frente a la casa de Neliel y entré para irme directa a mi habitación. Me tumbé en la cama y cerré los ojos, estaba exhausta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario